Como mencionamos en el artículo del mes pasado, la búsqueda de la verdad se halla en conflicto con la búsqueda de la felicidad y el escape del dolor. Esto nos lleva a pensar que, si alcanzamos la verdad, ¿qué perderíamos?

Para empezar, la ignorancia nos protege de mucho sufrimiento que no tendríamos la posibilidad de evitar. Por suerte, el futuro es incierto para todos; la solución que el mundo moderno ofrece a esto es reconocer el valor de la “decisión individual” de todos como un colectivo que forja el futuro paso a paso (Enciclopedia Filosófica de Stanford, 2016). Y ya que convivimos en una red humana, nuestras decisiones influencian y se ven influenciadas por las de los otros. Algunos dicen que “o elegimos nosotros, o eligen por mí”, lo que vuelve más importante elegir “correctamente” que “libremente”.

Desde siempre, los humanos navegan la incertidumbre en búsqueda de verdad.

La decisión, sea cual sea, puede ser justificada por una verdad personal, donde mi percepción subjetiva puede pesar más que la experiencia objetiva. Sin un criterio objetivo, cada decisión es irrelevante porque el criterio subjetivo es también una decisión. El relativismo moderno que promete que toda postura es válida es un resultado inadvertido de la emancipación de la razón (Wright, 2008).

Entonces, si solo contamos con criterios subjetivos, ¿estos al menos los podría aplicar a mí mismo, como para identificar cuáles son mis deseos auténticos y cuáles son falsos? Tomando en cuenta que los deseos humanos no cambian de manera dramática con los siglos, tan solo la tecnología provee nuevos medios para saciarlos, hoy podemos intercambiar una simulación virtual por un estímulo real que sacia el mismo deseo. Aún se debate si por ello es menos real, pero lo que no está en debate es la libertad de perseguir incluso los deseos más extraños (Lewandowsky, 2017).

¿Cómo distingo si mis deseos son auténticos?

La represión en el siglo XXI no tiene una buena connotación. Desde el auge de las democracias, estas han velado por la libertad de expresión y la búsqueda de la felicidad mediante las metas personales. Sin embargo, en una sociedad relativista (coloquialmente llamada sociedad de la “pos verdad”), cada uno tiene derecho a su propia verdad. Así, la búsqueda de los intereses individuales se convierte en la búsqueda de la verdad; y pelear contra quienes se opongan, sin importar los hechos, es lo mismo que defender la verdad (Wright, 2008). Nunca podremos derivar “verdad” de un hecho como “1+1=2”, tan solo podemos encontrar significado en la historia que narremos.

El asunto más complicado es distinguir qué es mi decisión y qué no. Tendemos a aceptar el peso de la incertidumbre del futuro porque significa que debemos ser libres; ya que, si hubiera una verdad objetiva, una manera correcta de hacer las cosas, perdería mi libertad. Lo que suele escaparnos es que hay una diferencia entre la decisión tomada y sus consecuencias. En efecto, uno se encuentra donde está por una serie de decisiones, pero uno no decide encontrarse ahí porque no puede predecir la consecuencia de sus decisiones (Vidal, 2013).

Entonces… ¿por qué me encuentro aquí?

Frente a ello, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche nos narra su famosa alegoría del “camello, león y niño” en Así Habló Zarathustra. Para Nietzsche, el camello es el conformista, aquel atrapado en el deber y los deseos artificiales. El león es el nihilista, el que llega para oponer el orden establecido y rechaza la realidad que se le presentó llena de hombres camellos. Pero el proceso no acaba aquí, para Nietzsche, el nihilismo es solo una fase transitoria para un último estado de ser. El niño usa el vacío que deja el nihilista para su propia creatividad y, mediante el juego, inventa nuevas formas de ser. Es más que aceptar verdades indeseadas, es crear un nuevo marco desde donde entender el mundo que sostenga mi existencia en reemplazo de la que sostiene al camello. Para hacer esto, el niño se empapa con las diferentes “verdades” que coexisten para generar una propia (Villamor, 2019; Nietzsche, 1883).

 “Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo te acechas tú en las cavernas y en los bosques. ¡Solitario, tú recorres el camino que lleva a ti mismo! ¡Y tu camino pasa al lado de ti mismo y de tus siete demonios! Un hereje serás para ti mismo, y una bruja y un hechicero y un necio y un escéptico y un impío y un malvado. Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: ¡cómo te renovarías si antes no te hubieses convertido en ceniza!”

– Friedrich Nietzsche

Edición: Paolo Pró

REFERENCIAS:

  • Lewandowsky, Stephan & Ecker, Ullrich & Cook, John. (2017). Beyond Misinformation: Understanding and Coping with the “Post-Truth” Era. Journal of Applied Research in Memory and Cognition. 10.1016/j.jarmac.2017.07.008. http://www.emc-lab.org/uploads/1/1/3/6/113627673/lewandowsky.2017.jarmac.pdf
  • Nietzsche, F. (1883). Así habló Zaratustra. Ed. Leyenda, S. A. ISBN 978-607-7666-13-4
  • Wright, C. (2008). Fear of relativism? Philosophical Studies: An International Journal for Philosophy in the Analytic Tradition, 141(3), 379-390.
  • Vidal, Josep. (2013). La búsqueda de la realidad o de la verdad: una aproximación a partir de la teoría sociológica. Cinta de moebio, (47), 95-114. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-554X2013000200004
  • Villamor Iglesias, Alejandro (2019). Nietzsche y Así habló Zaratustra. Análisis. Revista Colombiana de Humanidades, vol. 51, núm. 95. Universidad Santo Tomás. https://doi.org/ phttps://doi.org/10.15332/21459169.4816

ARTE:

  • Mujer y hombre contemplando la luna (1824)
  • Monje a la orilla del mar (1810)
  • Las tres edades (1834)
  • Mujer frente al sol poniente (1818)