Desde hace no mucho pertenezco a un voluntariado hermoso. Les enseñamos a los niños, a través del taller que ellos más disfruten, a identificar sus sueños y a que si creen en él y en su propia capacidad de llevarlos a cabo, se harán realidad.

El sábado tuvimos nuestra primera clase y, entre juegos y dinámicas, hablamos de lo importante que era la confianza en uno mismo y en los demás. Nos despedimos muy emocionados por el lindo día.

“Un abrazo, los esperamos el próximo fin de semana.

Vengan temprano.

¿Alguien ha visto mi celular?”

De pronto todo se detuvo. Mientras buscaba por todos lados, solo podía pensar en lo injusto de la vida y en lo mal pagada que eran mi iniciativa y mi granito de arena por aportar en la sociedad… Pobrecita yo.

Poco después, aún buscando, me encontré con Luis. “¿Un celular? No. Ya todos los del salón se fueron pero no vi a nadie con un celular”. Fue la mirada más firme que he recibido de un niño de diez años.

Todavía no entiendo dónde lo tenía o cuál fue su referente para actuar con tanto tino y frialdad. Animó a todo el salón para salir a jugar al patio como cierre de clase, incluso a quienes la dictábamos. Creo que nunca había visto a alguien atarse las zapatillas con tanta dedicación, mientras insistía “vayan yendo, ya los alcanzo”. Lo esperamos, pero luego volvió corriendo porque decía haberse olvidado algo.

Desde que lo vio, Luis decidió que el teléfono sería suyo. Qué malo.

Y es así de fácil como se encasilla a las personas: víctima – victimario. Pero, ¿si soy ambos? ¿Y si no soy ninguno?

“El fenómeno de la delincuencia generalmente es asumido de modo sesgado y alarmista, siendo normal en nuestra sociedad plantearse desde una “lógica militar” en la que se le visualiza como un enemigo al cual se debe derrotar.” (Valdenegro, 2005)

Sucede que no conozco el entorno de Luis. No tengo idea de dónde vino, ni por lo que ha pasado, ni si esa noche le pegaron por haber robado o por dejarse atrapar. De lo que sí estoy segura es que me gustaría que vuelva. Quisiera pensar que Luis no es cada ladrón que nos quitó algo en el bus o quien nos mostró un arma pretendiendo arrancárnoslo todo. Y si es así, me gustaría entonces creer que aún estamos a tiempo. Con él y con todos los Luises que podamos.

Algo es claro: mientras que un niño de diez años sea comprendido como un delincuente, tanto por organismos de control como por su propio entorno, o incluso por nosotros mismos al leer este texto, lo condenamos. Terminará por aceptar algo que para todos es obvio. Así, no solo lo adoptará como un hábito, sino como parte de su personalidad, sobre todo tratándose de una edad tan corta, en la cual existe una menor definición respecto de la autoidentidad y por tanto una mayor permeabilidad a definiciones y etiquetas externas. (Valdenegro, 2005)

Qué fortuna la nuestra, que leemos esto del celular. Bajo las condiciones en las que esos niños crecen, entre tanta agresividad, indiferencia y pocas esperanzas en tener un futuro positivo, pudo haber sido cualquiera, incluso yo en su lugar. Este problema no es ajeno a nosotros. No ocupar los zapatos de Luis, más allá del hurto, sino su realidad per se, es pura suerte.

Hemos pedido asesoría psicológica y coordinaremos con el colegio para darle a Luis la atención y herramientas que necesita para que pueda convertirse en la mejor versión de sí mismo y trabajar los motivos que llevaron a que tome esa decisión y más. Queremos que sea un niño, adolescente y adulto feliz.

Todos podemos ser agentes de cambio y mientras más seamos, más vidas podremos tocar. Debajo de estas líneas, dejo enlaces para participar de voluntariados, el que más te guste, dale la mano a quien sea. Y por favor, si sabes de alguno, coméntalo para que todos lo veamos. Seamos el cambio que queremos ver en nuestro país, quejarse es demasiado sencillo.

https://proa.pe/ *¡Aquí hay muchos voluntariados más!

https://creamas.org/

https://www.rmhcamericalatina.org/Peru

https://www.techo.org/peru/

http://www.convivenciaenlaescuela.org/

http://www.kallpa.org.pe/webnueva/

 

Valdenegro, Boris Andrei. (2005). Factores Psicosociales Asociados a la Delincuencia Juvenil. Psykhe (Santiago), 14(2), 33-42. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22282005000200003