El pasado 15 de enero de este año parte de nuestras costas peruanas sufrieron una catástrofe ambiental. Para ser más exactos, una embarcación de la empresa española Repsol derramó 10,396 barriles de petróleo crudo, según reportes de la misma empresa. Lo que derivóesta situación fueron pérdidas importantes de ecosistemas, tal es así que el 40% de los animales rescatados no sobrevivieron a la contaminación de los cuerpos, además se ha perdido el rastro a las lontras felinas, una especie de nutria que se encontraba amenazada y en peligro de extinción total. Añadido a esto, el perjuicio ambiental también incidió en los ingresos que generaban 2,500 pescadores artesanales, cuya pérdida también afecta el nivel de vidas de sus familias. En vista de estas pérdidas, es pertinente preguntarnos: ¿Se podrá valorizar la pérdida en términos económicos? ¿Qué métodos existen para valorizar está pérdida? ¿Sería adecuado que la pérdida se mida en términos económicos?

Fuente: France24

En primer lugar, es necesario iniciar con algunas definiciones como  la de servicio ecosistémico:son los recursos o procesos de los ecosistemas naturales de los cuales los humanos nos beneficiamos. Los servicios ecosistémicos pueden ser divididos en cuatro grupos: (1) Servicios de abastecimiento: Estos son los productos obtenidos de la naturaleza para ser consumidos y utilizados directamente (Ej. alimentos, agua, recursos energéticos y minerales). (2) Servicios de regulación: son los procesos ecológicos que permiten el equilibrio y regulación de los ecosistemas (Ej. polinización, purificación del agua, control de la erosión de la tierra, entre otros). (3) Servicios culturales: son los beneficios no materiales que se obtienen de los ecosistemas (Ej. diversidad cultural, valor estético, fuente de inspiración, entre otros). (4) Por último, los servicios de soporte, los cuales permiten que los tres anteriores puedan existir, estos están comprendidos por el ciclo del agua, formación del suelo, fotosíntesis, etc.

Tomado en cuenta lo mencionado, empecemos a responder las preguntas planteadas anteriormente. La primera cuestiona la posibilidad de valorizar las pérdidas ambientales en términos económicos. Pues bien, sí es posible medir el daño ambiental en términos económicos, de hecho, existen algunos casos emblemáticos que se mencionarán. Uno de ellos se refiere  al derramamiento de petróleo en el distrito de Imaza en Amazonas, la cual tuvo como valorización de pérdida ambiental en 8,2 millones de soles. Otro caso, también, es el derramamiento de petróleo en el distrito de Morona en Loreto, la cual tuvo una valorización de la pérdida de 20,1 millones de soles. Ambas valorizaciones fueron estimadas por el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA).

Seguidamente, responderemos a la segunda pregunta. Cuando se trata de estimarlas es bastante común enfrentarse a un escenario donde los recursos ecosistémicos afectados no tienen un valor de mercado. Es decir, algunos de los recursos, en su mayoría los referentes a los grupos de regulación, soporte, cultural e incluso algunos de abastecimiento, no tienen un precio de transacción en el mercado. Por ejemplo, la pérdida de peces debido al derrame se puede estimar fácilmente debido a que se trata de un recurso que tiene precio de mercado; sin embargo, estimar el valor de las pérdidas de la cadena trófica que permite que el ecosistema exista no tiene un precio establecido en el mercado. 

Esto último no significa que el precio del recurso ecosistémico de regulación sea cero, sino que la vía de valorización tiene que recurrir a un método distinto. En este sentido, la valorización nos permite aproximarnos en términos monetarios a la pérdida ambiental, esto se utiliza como punto de referencia para establecer multas o desincentivar prácticas ambientales perjudiciales.

En este punto, preguntarse cómo medir el perjuicio en los servicios ecosistémicos que no tienen valor de mercado es bastante lógico. Para ello recurrimos a los siguientes métodos

  1. Métodos basados en preferencias reveladas: Permite analizar cómo revelan las personas la importancia (valoración) que le dan a un bien o servicio ecosistémicos mediante su comportamiento en los mercados reales de bienes con los que están relacionados.
  2. Métodos basados en preferencias declaradas: Se justifican cuando no se dispone de información de mercado para valorar económicamente los bienes y servicios ecosistémicos. En estas circunstancias, la información se obtiene directamente de los individuos a través de encuestas, que plantean mercados hipotéticos. A través de estos escenarios se busca identificar las preferencias de los individuos.  
  3. Técnica de transferencia de beneficios: Consiste en extrapolar valores o funciones estimadas por otros estudios realizados en base a alguna metodología de valoración económica.

Entonces, se puede deducir que debido a que las pérdidas ambientales del derramamiento ocasionado por Repsol impactaron negativamente en los distintos servicios ecosistémicos y que no todos sus impactos en los servicios ecosistémicos tienen valor de mercado se recurrirá a la utilización de, por lo menos, alguno de los tres métodos mencionados anteriormente. 

Es importante mencionar que el perjuicio ocasionado impactó negativamente en los servicios de abastecimiento porque la pesca marina y de moluscos se vio afectada en los servicios de regulación debido a que la película de petróleo en el mar limita el ingreso de oxígeno, lo cual impacta en el equilibrio del ecosistema marino y de soporte, porque la fotosíntesis del plancton y flora marina se verá afectada. Añadido a esto, la pérdida de belleza paisajística del lugar afectó la utilidad de los vecinos cercanos que gozaban de esta.

Fuente: Onda Azul

Finalmente, tal como se explicó anteriormente, la valorización de las pérdidas ambientales es importante para la utilización de estos montos como puntos de referencia en la toma de decisiones y el establecimiento de una gestión efectiva de sanciones. Además es pertinente  mencionar que, aunque la valorización económica esta medida en términos monetarios, esto no implica que los ecosistemas tengan un precio y puedan ser dañados indiscriminadamente a cambio de dinero, sino que, como se mencionó, son puntos de referencia. Por otro lado, resulta necesario reflexionar y desde la ciudadanía mantenernos activos para que situaciones como la del pasado 15 de enero no se vuelvan a pasar por alto o, peor aún, normalizar.