Es el año 1980. Miles de personas acaban de ser testigos del estreno de El Imperio Contraataca y aunque el principal tema de conversación es esa escena entre Luke y Darth Vader, algunos se encuentran maravillados por el brazo prostético que Luke recibe y se preguntan si algún día podremos replicarlo. Gracias a la bioingeniería estamos a poco de lograrlo.

Si bien las extremidades prostéticas existen desde hace más de 3000 años -el hallazgo más antiguo es un dedo pulgar del pie hecho de madera en el cadáver de una noble egipcia- no es hasta la actualidad con los avances en la neurociencia que estos pueden moverse a voluntad. Lograr esto no fue tarea fácil. Se requirió el trabajo conjunto de un equipo multidisciplinario de la Universidad de Utah, la Universidad de Chicago y la Cleveland Clinic. Este equipo liderado por el doctor Greg Clark logró crear un brazo prostético que no solo le permitió al voluntario Keven Walgamott volver a tomar la mano de su esposa, sino que también le devolvió la capacidad de “sentir” de nuevo.

Aunque parezca un acto de vanidad, el dedo pulgar era de suma importancia para las nobles egipcias con el fin de poder utilizar sandalias.

Aunque no parezca muy util, las nobles egipcias requerían el dedo pulgar para poder utilizar sandalias.

Walgamott perdió su mano izquierda y parte del brazo en un accidente eléctrico en el 2002. Dieciséis años después se inscribió como único voluntario al proyecto LUKE. Un proyecto de catorce meses que tenía como objetivo crear un brazo prostético capaz de moverse con el pensamiento y permitirle al usuario “sentir” los objetos con los que entra en contacto. Esto se logró implantando electrodos en los nervios del antebrazo de Keven y registrando los impulsos eléctricos que estos reciben cuando él piensa en mover sus dedos, levantar su mano, etc. A continuación, los investigadores recopilaron estas señales y las programaron en el brazo, otorgándole a Keven la capacidad de mover cada una de las articulaciones con el pensamiento como si de su brazo real se tratara.

El profesor Clark (derecha) trabajando con uno de sus estudiantes de posgrado en el prototipo.

El profesor Clark (derecha) trabajando con uno de sus estudiantes de posgrado en el prototipo.

Luego de conseguir mover el brazo a voluntad, los investigadores se enfrentaron a un nuevo problema. Keven no tenía una forma de saber qué tan fuerte estaba agarrando las cosas. Esto se hacía evidente al intentar realizar actividades cotidianas como agarrar un vaso o estrechar la mano de alguien. Para resolverlo, el equipo instaló sensores en el brazo que alimentan al cerebro de Keven con información que simula la obtenida con el tacto natural. Si bien él cuenta que la sensación no es la misma que con su brazo derecho, el avance científico es notorio. Keven fue capaz de pelar plátanos y comer uvas sin aplastarlas. Si bien por el momento el equipo sólo se concentra en transmitir sensaciones de tacto, no descartan la idea de incluir también las sensaciones de temperatura y dolor.

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Lamentablemente este prototipo sólo puede ser utilizado bajo condiciones controladas y con la supervisión de uno de los investigadores. Aún se requiere más experimentación para lograr hacerlo accesible al público. Uno de los principales obstáculos es que el brazo debe encontrarse conectado a un computador para funcionar, aunque se logró diseñar una versión portátil de este. El equipo se encuentra trabajando actualmente con la Food and Drugs Administration para conseguir el permiso de probar el brazo con más individuos. Es sólo cuestión de tiempo para que las personas puedan adquirir uno de estos en las tiendas.