Se acercan las elecciones generales en el Perú, el DÍA D está a la vuelta de la esquina. Este 11 de abril recaerá en los peruanos la enorme responsabilidad de enrumbar a nuestro país hacia el progreso o hacia el abismo, a través del ejercicio de nuestro derecho al voto.

Tras 1 año de incertidumbre y precariedad, cortesía de nuestras principales autoridades, finalmente tenemos en nuestras manos, una vez más, la decisión que podría cambiarlo todo. En un país democrático como el Perú, el poder de elegir recae en el pueblo; sin embargo, caigamos en cuenta de un dato importante: el reconocimiento del derecho al voto tiene su correlativo deber.

Por el temor del contagio del maldito coronavirus, tanto la ONPE como el JNE han dado todas las facilidades para que quienes sufren de alguna comorbilidad no se vean obligados a ir a votar a los comicios. Entre dichas medidas, se ha exonerado del pago de multas por no acudir a votar o por no asistir como miembros de mesa a las personas que pertenecen al grupo de riesgo para COVID-19, a través del trámite de una dispensa o justificación. 

En ese sentido, hoy tenemos todas las herramientas a la mano para tomar la decisión de NO IR A VOTAR.

Antes de incidir en la finalidad del presente artículo, es importante que sepamos de dónde sale nuestro derecho al voto. La Constitución Política del Perú de 1993, reconoce la participación ciudadana en asuntos públicos y postula lo siguiente:

Artículo 31.- Los ciudadanos tienen derecho a participar en los asuntos públicos mediante referéndum; iniciativa legislativa; remoción o revocación de autoridades y demanda de rendición de cuentas. Tienen también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica.

[…]

Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil. Para el ejercicio de este derecho se requiere estar inscrito en el registro correspondiente.

El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años. Es facultativo después de esa edad.

La Constitución recoge el derecho de la ciudadanía de elegir LIBREMENTE (a nuestro criterio, que a veces nos ha fallado tanto) a nuestras autoridades dentro de los derechos políticos, trasladándonos esa gran responsabilidad, como un propio voto de confianza del constituyente hacia el ciudadano. 

Personal opinion alert: Sin perjuicio de que no comulgo con el “voto obligatorio”, pues considero que la decisión de ir a votar debería ser libre justamente para que quienes acudan a votar lo hagan por convicción y porque están informados de a quién le están dando un voto, hoy los quiero invitar a que, a pesar de tener todos los motivos y todas las facilidades para NO ir a votar, lo hagan, no porque estén “obligados”, sino porque les pica el sentido de responsabilidad.

Entre vacunagates, swings, porkys y fanáticos empedernidos de ciertas figuras políticas, los últimos meses hemos sido observadores de escenarios políticos lamentables, que solo han demostrado la precariedad moral y logística de nuestras autoridades. Sí, las mismas que NOSOTROS ELEGIMOS.

Nos quejamos y nos seguiremos quejando; sin embargo, muy dentro todos tenemos ese bichito que nos dice: sí, este es un impresentable, pero yo lo elegí, yo marqué la X, la responsabilidad, en parte, también es mía.

“Oye, pero ¡nosotros no elegimos a Vizcarra!”. Tal vez no directamente para el cargo que ocupó hasta el año pasado, pero sí lo elegimos dentro de la plancha presidencial de su predecesor, el señor PPK, quien sin pena ni gloria renunció al cargo tras meses de enfrentamiento incesable con el Poder Legislativo, cuya bancada MAYORITARIA estaba conformada por congresistas de Fuerza Popular, partido encabezado por la señora Keiko Fujimori.

Si bien nosotros no pusimos a Merino en el sillón presidencial ni movimos los hilos del vacunagate, sí pusimos nuestro granito de arena, a través de nuestro voto, para que quienes tomaron esas decisiones pudieran estar en la situación de poder que les permitió tomarlas. Porque sí, los congresistas que vacaron al fallido expresidente Martín Vizcarra, también los elegimos nosotros.

Ahora, que la confianza depositada en nuestros candidatos en el pasado no haya sido bien retribuida, no significa que debamos tirar la toalla y dejar la decisión del futuro de nuestro país en “los otros”. 

“Yo no voto, que decida el resto, mi voto no hará la diferencia”. Pero ¿si traducimos tu voto en otros cientos de miles de votos de peruanos que usan el mismo discurso?

Sí… nos da miedo contagiarnos. Pero, sin temor a equivocarme, creo que también nos debe aterrar un escenario en el que NO tengamos la oportunidad de elegir a nuestros representantes, las personas que tienen la sartén por el mango, sobre todo en este contexto, para decidir sobre nuestras vidas (tomando en cuenta que hoy nos encierran y nos liberan cada 15 días). 

La importancia del derecho al voto parte desde la noción de que vivimos en un Estado de Derecho, democrático y republicano. Si defendemos con uñas y dientes nuestra institucionalidad y el derecho de los ciudadanos del mundo a no vivir en dictadura, ejerzamos entonces los derechos sociales y políticos que nos son reconocidos.

Si este 11 de abril, no votamos, cuando nos hagan otro jaque mate, al fiel estilo de los hermanos Yaipén tendremos que irnos a llorar a otra parte.

Entra a la página de la ONPE, chequea tu local de votación y hora sugerida, doble mascarilla, careta y derechito a marcar una X. Vota por quien te dé la gana, por quien te haya convencido, por quien creas que, a conciencia, nos puede sacar del hoyo en el que hoy estamos hundidos, pero ¡VOTA!

Hagámonos cargo.