Normalmente, cuando uno habla del Medio Oriente, lo único que se le viene a la mente es la imagen de las opulentas ciudades de los Emiratos Árabes Unidos, de ricos magnates de petróleo y de Carrillo arruinando su carrera o, por el contrario, de ciudades destruidas por guerras y terrorismo. Lo que no muchos saben es que hay una fuerte relación entre los habitantes de ambos extremos de la esfera medio oriental: un conflicto de intereses opuestos de la misma manera que en la Guerra Fría, la cual enfrascó al mundo en un conflicto ideológico entre el Tío Sam y la Unión Soviética.

Para entender esta guerra fría que plaga el Medio Oriente (excepto, claramente, Israel), se debe tener en cuenta el enfrentamiento milenario que está arraigado en el mundo musulmán. El islamismo está dividido en dos ramas, los sunitas y los chiitas. La diferencia es casi tan irrelevante como las diferencias entre los católicos y los ortodoxos: básicamente sobre quién heredaría al profeta Mahoma. Es una discusión que ha dividido al mundo islámico por tantos años, que los que la defendieron por primera vez estudiaron con la Tía Bozzo. No es relevante saber qué heredero prefería cada uno, pero es importante saber que por un lado tenemos a Irán, predominantemente chiita, y por el otro tenemos a Arabia Saudita, predominantemente sunita.

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Muchos de los conflictos en el mundo de Aladino árabe se han originado justamente por el conflicto entre estos dos países que buscan expandir su demencia esfera de influencia y, mientras ambos tienen una relativa prosperidad económica (nótese el resaltado sobre relativa), el resto de sus vecinos sucumben a sus intervenciones directas o indirectas en búsqueda de establecer un gobierno que esté alineado a su visión de la religión islámica. La situación más clara en la que se evidenció esta insensata pelea fue en el conflicto bélico de Yemen (país que probablemente solo conozcas por los memes). El gobierno sunita yemení fue expulsado por rebeldes chiitas y, para evitar tener un país chiita como vecino, Arabia Saudita invadió Yemen con la excusa de restituir el gobierno legítimo de ese país.

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El foco más importante en esta guerra ideológica (porque hasta ahora no se han matado entre ellos) es la guerra civil en Siria. Si bien el gobierno sirio es no-religioso, su presidente Bashar-Al-Assad sí es chiita. Como se conoce, Arabia Saudita estuvo aliada con los Estados Unidos para apoyar a los rebeldes y establecer un gobierno democrático… como son tan humanistas y no decapitan personas… (Nótese el sarcasmo en cursiva). Ahora, la nota de actualidad, lo último en esta pelea de dos titanes medio orientales se desató en una parada militar iraní en la ciudad de Avhaz. Ignoren la muerte de 29 personas, que en su mayoría fueron soldados, pero no en su totalidad. Esta es la peor consecuencia que puede ocurrir en este tipo de enfrentamientos ideológicos, al no haber un enfrentamiento directo, los gobiernos deciden usar este tipo de atentados para justificar su política de intervención.

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Fue inmediatamente que los medios de comunicación de Teherán acusaron al gobierno de Riad (aprendan sus capitales, ejnorantes). Claramente, dieron sus condolencias, pero la pérdida de vidas humanas pasa a un segundo plano que sirve como excusa para impulsar ese espíritu nacionalista, o en este caso, ese espíritu bélico-religioso. Estas intervenciones no hacen más que crear un ciclo vicioso de represión, como en el caso iraquí en el cual, bajo el régimen sunita de Saddam Hussein, los chiitas fueron oprimidos y excluidos del gobierno; luego apareció Estado Unidos buscando petróleo armas nucleares y pusieron a los chiitas en el poder, quienes oprimieron a los sunitas y despidieron a todos los soldados; luego estos soldados sunitas se unieron a un grupo de rebeldes radicales que clamaba que los volvería a poner en el poder, y así apareció… ISIS.

No encuentro el tema particularmente gracioso, pues una población extremadamente sufrida que tiene que vivir con tribalismos sobre las cuales no tienen elección pues sus familias instruyen estos valores religiosos como si fueran parte de su identidad por encima de su identidad nacional. Ese es un obstáculo que todos los países del Medio Oriente tienen para crear una identidad de nación. Una solución poco ortodoxa es la de Omán que se mantiene absolutamente neutral en todos los conflictos de sus vecinos y no deja que la religión se inmiscuya en sus políticas internas… el problema es que es una dictadura absoluta…