Todos hemos escuchado el término “autista”; sin embargo, son pocas las personas que comprenden realmente en qué consiste el Trastorno del Espectro Autista (TEA). Esta desinformación ha demostrado ser sumamente perjudicial para quienes presentan este trastorno, lo cual es algo que debemos cambiar.

Para empezar, el TEA es un trastorno complejo que se manifiesta de forma distinta en cada paciente y con diferentes grados de intensidad. Si bien los padres y pediatras pueden sospechar que un niño sufre TEA e iniciar una terapia temprana, este recién podrá ser diagnosticado formalmente desde los 2 años de edad.  De acuerdo con el Center for Disease Control and Prevention (CDC), durante los últimos años aproximadamente 1 de cada 59 niños era diagnosticado con TEA. Actualmente se estima que esta cifra ha aumentado a 1 de cada 40 niños estadounidenses.

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Lamentablemente, más preocupante que la alta prevalencia de este trastorno es el alto porcentaje de personas que continúan discriminando a quienes lo padecen. Se sabe que alguien con autismo es 3 veces más proclive a sufrir de depresión a causa del aislamiento social en el que viven. Aún los pacientes con TEA altamente funcionales sufren una constante discriminación a lo largo de su vida debido a su condición. Es más, un reciente estudio ha demostrado que ellos tienen una mayor probabilidad de sufrir depresión versus aquellos que sí poseen una limitación intelectual debido al TEA.

Sobre la depresión en sí, se concluyó que es muy poco probable que la causa sea hereditaria. Por ende, los autores sugieren que la depresión puede ser prevenida y el número de casos reducidos, si se realizan más estudios para identificar y tratar los factores del entorno que la producen. Para el caso de la población autista, si se dedicaran más esfuerzos a estudiar los casos de bullying que viven los niños con TEA  y las causas de estos, se podría generar mecanismos para ayudar a quienes lo sufren y métodos para generar una mayor inclusión y propiciar un clima de desarrollo personal para ellos en el que no se vean acosados por sus compañeros.

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En particular, una posible explicación de por qué la depresión puede ser más severa y es más común en los pacientes más funcionales es por que estos son a la vez las más conscientes de su situación. Antiguamente se creía que quienes tenían TEA eran incapaces completamente de reconocer emociones y, por lo tanto, de ser afectados por ellas. Sin embargo, esto se ha demostrado falso. Una nueva investigación ha demostrado que los adultos con autismo son capaces de reconocer emociones complejas en otras personas con la misma facilidad que lo haría alguien sin el trastorno.

Uno se preguntaría: Si son capaces de reconocer emociones ¿porque existe la percepción de que no lo hicieran? El problema reside en que tienen una dificultad para interiorizarlas. Por ejemplo, una persona con autismo puede darse cuenta de que su hermano está triste o se siente abatido por algo; pero al no interiorizar el sentimiento, su respuesta puede percibirse como desinteresada. A esto se le debe sumar que la forma en la que funciona el cerebro de las personas con TEA es más compartimentalizada y tienden a no mostrar emociones mediante expresiones o gestos (algo que representa una gran fracción de la comunicación interpersonal).

Por otro lado, otro estudio ha confirmado que los niños con TEA necesitan suprimir su propio punto de vista para poder comprender el de otros. Esto es debido a que presentan dificultades para comprender la “teoría de la mente”. Esta es una expresión usada en el campo de la psicología para referirse a la habilidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas. A pesar de que algunos niños logran aprender por su propia cuenta la técnica de suprimirse (principalmente los más funcionales), enseñarselas a temprana edad ayudaría a reducir sus dificultades para socializar.

En este test psicológicopara niños con autismo se demuestra que no son completamente capaces de ponerse en el lugar de Sally pues en casi todos los casos responden que la canica se encuentra en la canasta pues tienden a creer que Sally sabe todo lo que ellos saben.

En este test psicológico para niños con autismo se demuestra que no son completamente capaces de ponerse en el lugar de Sally pues en casi todos los casos responden que la canica se encuentra en la canasta pues tienden a creer que Sally sabe todo lo que ellos saben.

En Perú no existe una cifra oficial sobre cuántas personas padecen de TEA. En un contundente reportaje del 2018, El Comercio señala que solo existen aproximadamente 60 psiquiatras infantiles en el país y las únicas 3 instituciones públicas que diagnostican y tratan el autismo se encuentran en Lima. Se estima además que el costo por atender a un niño con TEA en un centro de salud privado fluctúa entre los 1500 y 4000 soles. Esto deja abierta la posibilidad de que miles de niños nacidos en otras regiones y con bajos recursos económicos jamás sean tratados y tampoco reciban terapias de lenguaje, de habilidades sociales, entre otras necesarias para su desenvolvimiento.

Grafico obtenido de un PDF del CONADIS.

Grafico obtenido de un PDF del CONADIS.

Ya que el TEA es una condición y no una enfermedad, no tiene una “cura”. Es labor de todos crear conciencia sobre las necesidades y realidad de esta población. Tratar con un niño con autismo puede ser una experiencia retadora pero a la vez gratificante. Ellos pueden aprenden tanto de nosotros como nosotros de ellos. La próxima vez que veamos un caso de discriminación hacia una persona con TEA deberíamos cuestionar al agresor sobre si quien tiene la “limitación para empatizar” es verdaderamente la víctima o él mismo.