Con 30 millones de usuarios activos mensuales, Duolingo es la aplicación más usada para aprender o practicar idiomas. Quien cuenta con esta u otra aplicación instalada tiene el fin de dominar una segunda lengua, el fin de ser bilingüe. En un mundo globalizado como el de hoy, cada vez es más común encontrar a personas bilingües, tal vez tú, quién lee esto, seas uno de ellos. Francés, inglés, italiano, portugués o chino, cualquiera sea la segunda lengua que hables, al aprenderla, la estructura de tu cerebro ha cambiado.

El lenguaje, uno de los atributos cognitivos más fascinantes que poseemos los seres humanos, es además una capacidad que particularmente moldea la forma de nuestro cerebro. Al estudiar a personas bilingües, se ha podido ahondar en cómo este proceso de aprendizaje lingüístico afecta la morfología cerebral. Veamos cómo sucede.

Ya es conocido que el cerebro humano tiene un grado considerable de plasticidad, la capacidad de adaptación que presenta nuestro sistema nervioso ante momentos cruciales en nuestra vida. Mediante cualquier experiencia de aprendizaje de larga duración, estamos alterando nuestro cerebro de forma permanente. Los cambios provocados se darán a nivel neuronal: cambiando las conexiones entre las neuronas (la manera dependerá de la actividad cognitiva específica en la que están involucradas) y aumentando la cantidad de sinapsis (número de conexiones) entre las neuronas implicadas. Por lo tanto, la adquisición de una segunda lengua, al ser un proceso de aprendizaje duradero, moldea el cerebro humano, cambiando ciertas estructuras y con ellas su funcionamiento.

Imagen 1. Representación de la plasticidad cerebral. Fuente: CogniFit

Hay evidencias de que los individuos bilingües, a diferencia de los monolingües, presentan diferencias neuroanatómicas a nivel subcortical. Una de las estructuras investigadas por estos cambios es el putamen, parte de los ganglios basales que se ubican en la profundidad del encéfalo, siendo uno de los tres núcleos que lo conforman. Dicho núcleo se encarga de monitorear y programar el habla y procesar los errores fonológicos. Además, se hallaron evidencias del empleo del putamen durante procesos exigentes de control articulatorio y motor, generalmente observados en bilingües. No es raro entonces que, debido a la mayor variedad de sonidos que manejan los bilingües, esta estructura sea reclutada con mayor fuerza por ellos, lo que podría terminar ocasionando un efecto a nivel estructural. Como esta, otras estructuras cerebrales (el núcleo caudado, el globo pálido y el tálamo), que han sido observadas mediante técnicas de resonancia magnética (IRM), han mostrado cambios en el cerebro de los hablantes de dos lenguas.

Imagen 2. Estructuras que componen los ganglios basales. Fuente: PsicoActiva

Aparte de este fascinante fenómeno que ocurre dentro de los cerebros bilingües, estas personas también poseen un mayor grado de reserva cognitiva. Este término se refiere a la resistencia al daño cerebral de ciertos aspectos de la cognición; por ejemplo, a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa como lo es el Alzheimer. Esta reserva parece estar relacionada, entre otros aspectos, con la educación. Al necesitar controlar sus sistemas lingüísticos de forma más exigente que los monolingües, los bilingües requieren de una mayor participación de estructuras de control cognitivo. Este aumento de la actividad cerebral, que comienza en la infancia y continúa a lo largo de la vida, puede aumentar la reserva cognitiva en las personas mayores.

Imagen 3. Diferencias en el metabolismo cerebral en pacientes bilingües y monolingües con probable demencia de Alzheimer. Fuente: PNAS

Ahora, se preguntarán si todos estos cambios ocurrirán en todo tipo de bilingües. Para esto, si quisiéramos definir al bilingüismo, tendríamos que considerar los distintos tipos de hablantes que abarcan. La adquisición de la segunda lengua pudo darse desde el nacimiento, en simultáneo con su lengua materna, o más tarde bajo una educación formal (colegio o institución) o informal (resultado de la inmigración). Todos estos son desafíos para el estudio de esta población y las investigaciones todavía se muestran inconclusas sobre si estos cambios se observan también en adultos que empiezan con una segunda lengua más tarde en su vida. Sin embargo, no hay duda de la fascinante habilidad que tiene el cerebro humano para moldearse y adaptarse de acuerdo con la experiencia.

Edición: Camila Chong