Llevamos cerca de 80 días en cuarentena nacional. Encerrados en casa y preocupados por la inestable coyuntura, hemos absorbido y compartido noticias con mayor avidez de la habitual, favoreciendo la eterna pugna por popularidad de contenidos en los medios de comunicación. Entre titulares apocalípticos sobre el riesgo de la recesión económica, la crisis de la informalidad peruana, los memes y el atemorizante conteo diario de víctimas de la COVID-19, hemos visto también el surgimiento de algunas noticias esperanzadoras. “La naturaleza sonríe”, mientras muchos peruanos sufren encerrados sin sueldos y en casas inhabitables, como reza el profundo trabajo periodístico de ATV noticias (¿clickbait?, ¿qué es eso?).

Vida silvestre en las ciudades

Con la velocidad característica de la desinformación en la era digital, se difundieron imágenes de delfines en “Venecia” y elefantes “borrachos” en China. No tardaron en ser desmitificadas, pero la historia real no es tan popular como una mentira atractiva. La encantadora y surreal versión peruana mostraba un delfín rosado jugando con un señor en el río Rímac, y aunque probablemente haya empezado su difusión como sátira, encontró un nicho en la ingenuidad de muchas personas necesitadas de esperanza. ¿Cómo culparlas?

A pesar del recelo que promueve la difusión de noticias falsas, es necesario reconocer los verdaderos cambios en la naturaleza, como la toma de la Costa Verde por un gran número de aves, la mayor frecuencia de avistamientos de delfines en distintas playas peruanas, y el acercamiento de varios animales a ciudades del mundo entero. Esta aproximación de la vida silvestre a las ciudades ha simbolizado para una parte de la población la reconquista natural de los espacios más perturbados por el hombre, como una señal triunfante de que la vida siempre prospera.

Alrededor del mundo se le ha cogido cariño a la observación de vida silvestre desde las ventanas. Foto de un perico esmeralda en un molle criollo, tomada por Caterina Ossio.

Sin embargo, como explica Rocío López de la Lama PhD(c) para CLIMA UPCH, este “cambio” podría deberse únicamente a la mayor atención que le estamos dando a las formas de vida que siempre han estado en nuestras ciudades pasando desapercibidas. Para notar que es un cambio de percepción, uno puede preguntarse: ¿en setenta días ha habido un aumento en las poblaciones de aves costeras y de delfines? No hace falta ser un experto en los ciclos biológicos de sus especies para notar que es improbable que estas poblaciones crezcan notoriamente en un plazo tan limitado (aunque sí podría haber coronababies silvestres). En muchos casos estamos observando cómo la misma vida que rodea los hábitats urbanos toma protagonismo en el espacio de ciudades que han quedado temporalmente silenciosas y menos agitadas.

Las esperanzadoras invasiones silvestres en zonas urbanas son, probablemente, cambios temporales. Su efecto positivo más relevante es la oportunidad de reconocer y apreciar la vida que nos rodea y prospera cuando somos menos invasivos. Pero este no es el único cambio favorable inducido por las cuarentenas alrededor del mundo. Se ha producido un cambio menos fotogénico y de gran impacto: la reducción de emisiones nocivas para el ambiente.

Emisiones nocivas

Las medidas tomadas para limitar la movilización de las personas han generado una gran reducción en el consumo de energía de los países más afectados. El cierre de puertos y aeropuertos, la inmovilización obligatoria, y la subsiguiente parálisis productiva de muchos países, especialmente las potencias industriales del mundo, recortaron drásticamente la quema de combustibles fósiles. El virus, con varias amenazas de muerte, consiguió que China reduzca sus emisiones de dióxido de carbono en un estimado de 25%, durante los casi 60 días que le tomó alcanzar un consumo diario de carbón similar al del año pasado para las mismas fechas. No solo las emisiones de CO2 se vieron afectadas; también hubo un impacto importante en la contaminación por dióxido nítrico (NO2), como detalla Lauri Myllyvirta en un amplio informe a través del portal de CarbonBrief.

El descenso en emisiones de CO2 en China después del año nuevo chino, en comparación a las mismas fechas en otros años. El descenso previo al año nuevo es habitual por el cierre festivo de varias actividades económicas, pero este año se ha prolongado por un tiempo mayor debido a la cuarentena. Gráfico extraído de CarbonBrief.org

Esta ventana de inactividad, replicada en desfase por distintos países, no crea un cambio lo suficientemente relevante como para cantar victoria frente al cambio climático. Las emisiones globales de CO2 en el 2019 superaron las 33 gigatoneladas. Asumiendo que la reducción del 25% hubiera sido global y constante durante 60 días, el “gran ahorro” resultante sería aproximadamente 1.3 gigatoneladas de CO2, un gran número que empequeñece frente a nuestra producción anual, de este y los años por venir. Este dato aproximado sería incluso más pequeño si se considerara que no todos los países impusieron medidas de confinamiento tan serias como China, y que no todos los días del año se produce la misma cantidad de CO2.

A la naturaleza temporal del descenso se suman grandes estímulos económicos que favorecen un futuro incremento de emisiones nocivas. La pausa global ha causado estragos económicos en muchos rubros, y dejando de lado el habitual neoliberalismo que aborrece las intervenciones estatales, grandes empresas solicitan la intervención de los gobiernos para revivir ciertos sectores económicos. Estados Unidos y Canadá alistan rescates económicos a la industria de los combustibles fósiles. Las aerolíneas, por su lado, también recibirían fondos de reactivación. Además, la reactivación de sectores como la venta de automóviles y la construcción inmobiliaria involucraría a su vez sendos aumentos de emisiones que rebasarían el pequeño descenso de los últimos meses. Pero no todo está perdido, estos esfuerzos de reactivación pueden ser dirigidos hacia sectores menos contaminantes, si la población lo exige.

En este bus viajan los bonos de reactivación, acompañados de un publicista que debería ser despedido. #Eco-nocivo ¿Por qué creías que el pasaje era tan barato?

¿Qué de bueno deja una disminución de emisiones nocivas de tan corta duración? Los beneficios de un cielo limpio por un tiempo tan breve no son numerosos. Aparte de las investigaciones académicas, y un par de puestas de sol fuera de serie, es difícil nombrar otra conclusión positiva directa de la disminución de contaminantes. Esto se debe a que un verdadero efecto positivo requeriría la sostenibilidad de esta atmósfera parcialmente más limpia. La verdadera ventaja ofrecida por esta situación no radica en la casi irrelevante disminución de contaminación ambiental vista durante estos meses.

La oportunidad

Nos enfrentamos a la reconstrucción de nuestro modo de vida y nuestro modo de producción. Grandes intereses económicos luchan por volver a la “normalidad”, reactivar nuestro consumo de energía, bienes y servicios. Limpiar el polvo de nuestros hombros y seguir hacia adelante sin mirar atrás, como sucedió después de la crisis global del 2008. El sesgo de confirmación alimenta la memoria selectiva que nos hace creer que el pasado fue bueno, la pujante economía peruana tendía siempre al alza y nuestro modelo extractivista solo dejaba gente satisfecha. El chorreo económico llegaba a todas partes y mientras menos regulaciones le pusiéramos a las formas de producción, el emprendedurismo peruano triunfaría.

La crisis ha sacado a relucir las deficiencias de nuestro país, y definitivamente el pasado no las tenía mejor atendidas. Es necesario superar la polarizada enemistad de este anticuado debate entre quienes defienden el pasado como un sistema perfecto y quienes creen que nada funciona nunca para construir en conjunto una sociedad que atienda las necesidades de todos sus integrantes. Este es el punto de quiebre, el personaje principal de la historia es el ser humano, y el desarrollo económico no se opone al uso sostenible de los recursos naturales. Lo advierten The Economist, Bloomberg, el World Resources Institute, y más de 200 organizaciones firmantes de una carta abierta a las potencias globales del g20. Es la oportunidad adecuada para tomar cartas en el asunto y darle un rumbo verde y más sostenible a la economía global.

No soy el primero en comparar al nuevo coronavirus con una bofetada. Lo que nos corresponde ahora es la catarsis arrepentida del ojo morado.

Bonus track: deforestación

Fieles a nuestra costumbre de aprovechar cualquier distracción para sentarnos encima del bien común y hacer un uso insostenible de nuestros recursos, hemos incrementado la tasa de deforestación de bosques amazónicos. Si bien este incremento sigue la tendencia iniciada por las políticas ambientales promovidas por Jair Bolsonaro desde su elección, la pandemia ha creado la tormenta perfecta para que se empujen hacia adelante normativas cuestionables que sufrirían un fuerte escrutinio público en un contexto diferente.

En resumen, ¿la cuarentena nos deja en un mejor escenario frente al cambio climático? No. Pero la pausa que nos impone brinda oportunidades para notar que de nuestras decisiones surgen cambios drásticos en la vida que nos rodea. Nos permite entender mejor el impacto a gran escala que generamos a través de nuestro consumo energético; y, sobre todo, nos da el impulso para creer que una nueva normalidad en donde hacemos un uso más eficiente de los recursos, no solo es necesaria, sino posible.

Edición: Daniela Cáceres