El pasado sábado ocurrió un evento histórico como todos los que están pasando este año cuando, por primera vez, una empresa privada se alió con una organización estatal para enviar a personas fuera del planeta hacia la Estación Espacial Internacional. Cuando el cohete Falcon 9 y la cápsula Crew Dragon fueron lanzados después de que el clima no los dejará escapar del coronavirus, iniciaron una nueva etapa de exploración espacial que tiene un futuro prometedor y está más cerca de lo que parece #GraciasElonMusk.

Es muy común encontrar dos puntos de vista cuando se habla de la exploración espacial: algunas personas se encuentran genuinamente emocionadas los que probablemente querían ser astronautas de pequeños y otras consideran que, en realidad, no hay ningún propósito ni beneficio en tratar de salir de nuestro planeta o de conocer qué hay afuera. Desde el 2011, la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) le hizo caso al segundo grupo dejó de enviar misiones tripuladas al espacio, ya que le resultaba muy caro seguir explorándolo y no le encontraba sentido alguno. Felizmente, la iniciativa privada, la innovación y la economía lograron que el panorama vuelva a verse favorable #ElFuturoEsHoy.

El académico americano Matthew Weinzierl (2018) dice que el problema se encontraba en que, a nivel mundial, se habían formado sistemas económicos centralizados en los que solo los gobiernos se encargaban de la industria espacial. De alguna manera, esto se había formado naturalmente, pues ir al espacio solamente generaba bienes públicos que no presentan retornos económicos, como el orgullo nacional, la supuesta seguridad nacional o las investigaciones científicas, por lo que no llamaba la atención del sector privado. Sin embargo, este sistema descentralizado se ha quebrado en los últimos años gracias a que los recursos ya no solo se encuentran en el Estado y que la tecnología ha demostrado que el espacio es muchos más rentable de lo que parece para los supermillonarios por lo menos. Esto ha logrado que jugadores más pequeños que el Estado se animen a participar de este mercado.

Blue Origin – SpaceX – Virgin Galactic

Además del bastante popular turismo espacial, la iniciativa privada ha encontrado actividades que se pueden realizar en el espacio, con las que podrían resolver algunos de los problemas que tienen en la Tierra y que harían que la industria se sustente financieramente como haciendo un análisis de costo beneficio. Greason y Bennett (2019) son ambos analistas del sector de la exploración espacial-comercial y consideran que entre estas actividades se encuentran:

  • Establecimiento de fuentes de energía limpia con plantas en el espacio;
  • Extracción de materia prima proveniente de asteroides;
  • Desarrollo de espacios más seguros para experimentos científicos;
  • Reciclaje de desechos tecnológicos que ya se encuentran en el espacio;
  • Uso de la baja gravedad, la baja temperatura y otras características para diferentes actividades como investigaciones o manufactura industrial;
  • Procesamiento de agua que ya se encuentra en el espacio para usar el oxígeno y el hidrógeno para el desarrollo de combustible espacial y equipos de seguridad contra la radiación.

Esta nueva visión logró que toda una ola de nuevas empresas comience a mirar al espacio como la máxima frontera económica. Además de SpaceX (Elon Musk), Blue Origin (Jeff Bezos) y Virgin Galactic (Richard Branson), existen muchas otras empresas que ya vienen generando ganancias desde hace más de diez años con actividades fuera de nuestra atmósfera y algunas lo hacen en el límite de la órbita de la Tierra #EsaNadieLaSabía.

Sin embargo, aún existe un cierto grado de centralización en este mercado. Como se dijo al principio, el evento histórico no fue mérito total del sector privado, pues hubo una alianza con la NASA. A pesar de que se hayan firmado acuerdos para que la comercialización de gran parte del territorio espacial sea libre, las economías de escala mantienen al Estado como el principal jugador en estos mercados. Esto se da tanto en Estados Unidos, Rusia y China. Estos últimos destinan cierto porcentaje de su presupuesto a la exploración espacial y han logrado recolectar recursos, equipamiento, infraestructura y mucho conocimiento que los posiciona en una especie de monopolio en este sector (el Falcon 9 partió de instalaciones pertenecientes a la NASA). A medida que la rentabilidad de salir a explorar aumente, habrá más motivos #LosFamososIncentivos para independizarse de las agencias del Gobierno sin dejar la regulación necesaria y seguir probando los límites de la imaginación #LaMetaEsMarte.

En la industria astro espacial, existe una fórmula llamada la ecuación del cohete. Esta toma en cuenta todos los aspectos necesarios para salir de la órbita de la Tierra y establece lo siguiente: dada la gravedad de la Tierra, el peso mínimo del combustible necesario para impulsarnos y el diámetro de nuestro planeta, solo es posible llevar un pequeño bloque de metal hacia el espacio y a las justas. Si tan solo el tamaño de la Tierra fuera un poco mayor (3300 kilómetros mayor), no se podría construir ningún cohete que nos lleve al espacio ni con la mejor tecnología. ¿Acaso esto no es una señal que nos dice que estamos hechos para salir a explorar? Tal vez, deberíamos considerarnos dentro de las personas que puedan salir, total, el turismo espacial es una de nuestras opciones #ValeLaPenaSoñar.

Edición: Claudia Barraza

Referencias

Greason, J. & Bennett, J. (2019). The Economics of Space: An Industry Ready to Launch. Project from the Reason Foundation

Weinzierl, M. (2018). Space, the final economic frontier. Journal of Economic Perspectives, 32(2), 173-92.