Se acerca el verano, a menos que no te hayas librado de la universidad, y para muchos significa vacaciones, calor y playa. Pero hay algo de lo que nadie se salva: el sol. Ya sea estar un día en la playa o salir al parque, uno se encuentra siempre expuesto a sus rayos. Algunos lo odian y otros lo aman, pero el sol es indispensable para nuestra vida: ilumina nuestro mundo, alimenta las plantas, nos ayuda a hacer vitamina D y ¿a quién no le gusta tener un buen bronceado? Sin embargo, sabemos que no es el mejor amigo de nuestra piel y muchas veces hemos sido engañados por terminar más rojos que un tomate.

La responsable de todo esto es la luz que llega a la tierra desde el sol. Esta se clasifica en 3 tipos: infrarroja, visible y ultravioleta (UVR). La que nos interesa es esta última, que a su vez se divide en 3 subtipos de rayos: UVC, UVB y UVA. Felizmente, la peor de todas, UVC, no llega a la superficie porque es absorbida por la capa de ozono. De las que debemos preocuparnos son la UVA y UVB, las cuales parecen inofensivas pero son las culpables de cada intento de bronceado fallido, que nos hizo terminar achicharrados. 

Los rayos UVB y UVA son los que llegan a nuestra piel

¿Porque nos bronceamos? La piel es la primera línea de defensa para protegernos de todo lo que está afuera. La epidermis, la capa más externa, es la que aguanta todo y aquí existen 2 células importantes: queratinocitos y melanocitos. El pigmento que nos da color: melanina, se fabrica en los melanosomas, lo cual está dentro de los melanocitos. No todos tenemos el mismo color de piel ni nos bronceamos igual debido a que nuestra genética puede variar el número de melanosomas y la cantidad de melanina.

Los melanosomas forman un escudo encima del núcleo de los queratinocitos y absorben la mayor cantidad de UVR para reducir la cantidad de radiación que nos llega. Mientras más tiempo nos quedemos dormidos bajo el sol, más UVR, y por tanto se necesita un mejor escudo y más melanina. Esta es una adaptación del cuerpo para protegerse de los rayos nocivos, lo que toma la forma del bronceado a un color más oscuro, aunque no es inmediato.

Los melanosomas forman un escudo protector sobre los queratinocitos

¿Por qué es tan importante que los rayos solares no lleguen a nuestra piel? Aunque la melanina es nuestro escudo, no es infalible e igual una proporción de radiación UV es absorbida por nuestras células. El problema es que la energía dentro de ella puede producir cambios en el ADN y estos cambios a su vez produzcan mutaciones. Depende de en qué región del ADN ocurren para identificar si son más o menos peligrosas. Por ejemplo, si la lesión ocurre en regiones que impiden el crecimiento de tumores, se dañan estos sistemas y la célula será “transformada” en una célula inmortal que se replica incontroladamente, formando un tumor maligno y cáncer. 

Esto no significa que, si estuve expuesto una vez al sol, definitivamente voy a tener cáncer. Todas las células de mamíferos cuentan con sistemas de reparación de ADN. Por ejemplo, uno de ellos es utilizando una proteína llamada p53. Esta proteína bloquea la división de la célula “transformada” y si el daño es severo y no es reparable, se activa una vía llamada apoptosis con la cual la célula es eliminada. El problema en realidad está en la exposición crónica y prolongada a los rayos UVR ya que hay una mayor probabilidad de afectar una región importante y que la célula ya no sea capaz de reparar el daño.  Entonces, ¿a qué se le llama cáncer de piel? Al crecimiento incontrolado de células anormales de la piel. Ocurre cuando la radiación UV causa daños irreparables en el ADN y esto a su vez causa que las células de la piel se multipliquen rápidamente y formen tumores malignos.

Los rayos UV modifican nuestro ADN

Finalmente, está de más decirles que para prevenir, hay que evitar la radiación solar lo más posible o por lo menos durante las horas donde hay mayor incidencia (entre las 10am y 2pm), y usar ropa protectora, así como sombreros y gafas. Algo que muchos odian, pero que es muy importante es usar bloqueador todo el año ya que, aunque no haya “sol” siempre están los rayos UV. Por otro lado, es importante estar al tanto de los cambios en nuestra piel como la aparición de lunares y hay que hacerse chequeos anuales ya que la mayoría de casos de cáncer se pueden curar, especialmente si se detectan y tratan a tiempo.