¿Cuánta importancia le damos­ a los sucesos fantásticos que solo podemos ver a ojos cerrados? Aquellos hechos que no son de este mundo, sino que son de aquel que nosotros creamos, noche tras noche, y que a veces olvidamos. Tal vez ayer fuiste otra persona, puede que hayas sido capaz de volar, o incluso la madrugada que te vio despertar solo hizo que quieras regresar allí, a donde volver no se puede jamás. Lo que nuestra mente es capaz de crear es extraordinario, ¿podrá acaso ser el sueño el primer género literario?

La psicología estudia de diferentes formas la posible interpretación de los sueños. Así puede dársele explicaciones realistas a lo que no lo es. Pero, ¿por qué no al revés? ¿Acaso no puede nuestra realidad ser consecuencia de lo que creemos irreal? Desde que el ser humano priorizó lo racional, el mundo de los sueños comenzó a dejar de ser sustancial. Una pena, o tal vez una ironía. ¿Quién podría pensar que todo lo que crees conocer es apenas el comienzo de uno de tus sueños (o aquel de otra persona)? ¿Será acaso esta realidad solo un mundo onírico más?[1] ¿No es la misma niebla que ves al tratar de rememorar tus sueños más profundos aquella que observas mientras tratas de recordar tu pasado más lejano? Si eres una persona de este mundo o el personaje de otro en su propio mundo, lo importante es que sabes quién eres, ¿verdad? Pues si no, a descubrirlo antes de que el futuro se haga presente o quien esté durmiendo pronto despierte.

Lewis

Volviendo a nuestra realidad, le tememos a la muerte desde que el ser humano se volvió consciente. La gran pregunta sobre qué hay después del deceso siempre está presente. Sin embargo, tal vez alguna pista esté escondida en lo que soñamos cada día. Creo que la respuesta a la gran pregunta está entre el descanso eterno y la última siesta. Es decir, en el último sueño de nuestra vida. Si luego del último sueño ya no quedase nada de nosotros, ir al paraíso o al infierno podría ser similar a que nuestro último sueño sea el más agradable de nuestra vida o simplemente una terrible pesadilla.

Tal vez todo se vuelva más claro con un ejemplo. Pensemos en aquellos que presienten que están cerca de dejar este mundo, como el más longevo paciente de un hospital, quien además es una gran persona. Esta persona que internada se encuentra, si no tiene visitas en el día, solo esperará a la noche para soñar su mejor vida, pues cuando sueña ya no siente más su rutinario dolor. En su sueño sabe que podrá volver a caminar como antes, que la voz que escuchará no será de la enfermera, sino la de su hija. Que podrá ver todo tan claro como cuando era niño y que al fin ganará el premio que de joven no le fue concedido. Podrá abrazar tanto a sus padres como a sus nietos, podrá viajar a donde siempre quiso y podrá volver realidad lo que nunca hizo.

Sin embargo, la misma persona después de un rato pensarlo sabrá que todo es tan bello para ser cierto y que de despertar llegó el momento. El nuevo día en el hospital estará por comenzar, ya será hora de despertar. Pero un día el hombre no despertará, y aunque lo intente no podrá. Las respiraciones de su pecho se habrán detenido, pronto habrá fallecido. Por suerte habrá tenido el sueño más agradable de todos, y no la pesadilla como una de agosto. Habrá merecido un sueño final agradable por lo que en vida hizo, tal vez así sea el paraíso.

[1] Onírico: del sueño o relacionado con las imágenes y sucesos que se imaginan mientras se duerme.

Editora: Daniela Caceres.