El Perú se caracteriza por ser un país de gran diversidad, lo que se puede observar en el territorio y la gente. Un aspecto que llama bastante la atención es la diversidad cultural, tanto es así que muchos estudiosos la han descrito como un “mosaico cultural”. A razón de esto es muy fácil encontrar personas que no comparten la cultura y el lenguaje y, a pesar de esto, pertenecen ambas al Perú. Durante la segunda mitad del siglo XX, estas diferencias empezaron a hacerse más evidentes debido al proceso de migración interna que atravesaba el país. En ese entonces a la capital (Lima) llegaban trujillanos, huancaínos, loretanos, ayacuchanos, puneños, etc. Así surgió una confluencia de culturas que desembocó en un mismo cauce musical: la música chicha.

De sonido alegre y temática melancólica, la música chicha ha calado profundo en el inconsciente peruano. Aunque su apogeo pertenece al siglo pasado, entender su origen e historia nos puede ayudar a comprender a nuestro Perú actual. Un rasgo interesante de la música chicha es que acoge en su esencia otros tres géneros: la cumbia guarachera (tropical), el huayno y el rock psicodélico. Pensar en la unión de estos tres parece una apuesta con una pérdida predecible; sin embargo, muchas variables en el contexto de su nacimiento impidieron este resultado. Este artículo tratará de explicar la lógica detrás de esta intrincada conjunción.

El nacimiento de la música chicha se remonta a la década de 1960 y surge como manifestación de las migraciones de las áreas andinas a la ciudad. Este fenómeno tiene dos olas importantes: la primera se da en la década de 1960 que abre paso al nacimiento de la música chicha y la segunda durante los ochentas, que es el periodo de más auge de este género.

Para un migrante de los sesenta la vida no resultó para nada sencilla. El centralismo en el que se había formado el Perú impidió la cohesión y reconocimiento de todas las culturas que habitaban en el territorio, en otras palabras, las culturas diferentes a la limeña no eran respetadas como tales. Es por ello que muchos de los que emprendieron el viaje a la capital vivieron en carne propia la otredad y las distintas situaciones del Perú racista y clasista del siglo XX; esto no permitió que se integrasen con facilidad a su nuevo entorno. Esta acumulación de situaciones difíciles y añoranza por la tierra que dejaron entrega el tono melancólico y triste a la música chicha.

Por otro lado, el carácter del sonido alegre de la música chicha   proviene principalmente de la cumbia guarachera, de origen colombiano y sonido son tropical. Este género era muy escuchado tanto en la costa como en la sierra y formaba parte del repertorio de las fiestas patronales. De esto también se puede extrapolar el tono festivo y multitudinario de los conciertos de música chicha. Otro género que influye en ella es el huayno, principalmente el huayno comercial, este último añade la trompeta, el acordeón y el saxofón a la composición tradicional y permitió que se mezclase con la cumbia guarachera.

Como era de esperarse, el rock también dejó su huella con el memorable y resaltante sonido de la guitarra eléctrica del rock psicodélico que se encuentra constantemente y resulta muy interesante de analizar pues es un elemento que difícilmente encaja con el huayno y la cumbia, debido a su origen anglosajón. La llegada de este género a la música chicha se encuentra en la primera impresión que tuvieron los migrantes al escuchar el rock en inglés en Lima. De hecho, el más icónico representante chichero, Chacalón, reconoció que varios de los inicios de sus canciones están inspirados en canciones de The Cream, la banda británica de rock.

Con raíces andinas, adornos europeos y alegría tropical, la música chicha plasma un proceso histórico importante: la migración interna en el Perú. Hasta aquí solo se ha visto una parte de sus capas e historia, es algo que merece ser recordado.

Fuentes:

  • Leyva Arroyo, C (2016), Música <<chicha>>, mito e identidad popular: el cantante peruano Chacalón.
  • Hurtado Suarez, W (1998). Chicha peruana: Música de los nuevos migrantes; revista de música latina.

Edición: Kelly Pérez.