Estamos en la época entre Navidad y Año Nuevo. Ese periodo de tiempo en el que tu abuela le saca toda la carne al pavo navideño que, de alguna manera, aún no se acaba. Esa época en la que cae chocolate en las paredes de tu casa y comes ensalada de fideos mientras alguien te grita “esa no es ensalada”. Si eres esa persona, mira, es la primera ensalada que como en el año y sigo haciendo dieta. Pero, como toda fiesta con grandes niveles de comida y desgaste, vienen temas interesantes de qué hablar; como el hecho de que comer pavo y purés en Navidad viene de la fiesta de Acción de Gracias, así también recibimos otro presente de nuestros amigos norteamericanos: la obesidad.

Si bien hay una nueva cultura de respetar la imagen corporal de las personas, con la cual estoy totalmente de acuerdo (soy gordito, no gordo), hay que reconocer los problemas de salud de tener sobrepeso. Hay 64% más probabilidad de tener un ataque al corazón al ser obeso y 20 veces más probabilidad de tener Diabetes Tipo 2, según WebMD (que me dice que tengo cáncer cada vez que busco en Google mis síntomas). Un estudio realizado por Bloomberg descubrió que Brasil tiene un aproximado de un millón de nuevos casos de obesidad al año, y China tendrá 50 millones de niños obesos para el 2025.

El tema es en extremo relevante pues, desde 1975, la población de personas con problemas de peso, e incluso obesidad, se ha triplicado, y la principal razón de esto es que el mundo está comiendo cada vez más como los estadounidenses. Al Jazeera reportó en un video túneles que cruzaban de Israel a Gaza por el cual se contrabandeaban pedidos de KFC. Es impresionante. Gaza, un lugar sin electricidad ni libertad que está bajo constantes ataques de misiles desde Israel (pero tienen KFC). Realmente, si algo tuviera que cruzar el bloque impuesto por Israel son medicamentos, no las 11 hierbas y especias de la receta del coronel Sanders (lo cual me recuerda revisar mi pedido de Rappi). Tanto es así que, en octubre de 2019, The Nation (una de las revistas más antiguas en Estados Unidos) publicó que el mundo estaba siendo más alimentado que en cualquier otro periodo de nuestra historia (y no lo decía como algo bueno).

Estados Unidos, en una combinación entre el gobierno y las empresas de comida rápida, está exportando las bases de una dieta norteamericana al resto del mundo. De alguna manera es legal que las compañías alteren su comida para que estas sean más adictivas, y esto ya ha sido probado por sentencias del sistema judicial norteamericano. Además, estas compañías son dueñas o patrocinadoras de las cadenas más grandes de noticieros, por lo que no resuenan estas tácticas en los medios (cuando Keiko se entere que eso es legal nunca más escucharemos el nombre de José Domingo Pérez de nuevo).

Y ese es el problema: para que estas compañías nunca estén bajo el escrutinio público manipulan la información que le ofrecen a los consumidores. Qué van a hacer. Quéjate de Coca Cola ante INDECOPI pues, a ver si pasa algo. Coca Cola está tan involucrada que, en los noventas, cuando empezaron a salir los estudios científicos sobre los problemas de salud que causaba el consumo de gaseosas, apoyó económicamente 400 estudios académicos que ignoraban la relación entre tu dieta y la obesidad. Asimismo, gastó millones en una campaña mediática en Estados Unidos, en la cual utilizó periódicos reconocidos y canales de noticias para echarle la culpa a la falta de ejercicio por la obesidad (ahora deja tu pollo a la brasa y come tu lechuga… y sin crema de aliño; ¡limón y nada más!). Pensar que bajar de peso solo con ejercicio y sin cambiar tu dieta no funciona.

El problema no acaba allí. Los consumidores se dieron cuenta de la campaña de Coca Cola y esta empresa tuvo varios problemas legales. No obstante, decidieron repetir su campaña en otros países, como China. En China, Coca Cola es el contribuyente principal del centro de estudios de salud del Ministerio de Salud de China, y este publicó que no había relación entre el consumo de gaseosas y la obesidad. Es allí donde radica el problema, la comunidad internacional le pide a China que respete los derechos humanos y China los manda a volar, pero se rindió contra Coca Cola. Ahora imagínate un país lleno de corrupción, sin mucho progreso económico ni Congreso, y verás porqué Inca Kola está en todos lados.

Edición: María Gracia García