El internet y la superconectividad social crearon al ciberciudadano que puede actuar como un ser de derechos desde las redes sociales (García, 2020). Se espera que, con el tiempo, la tecnología seguirá empoderándonos y veremos grandes avances, pero podría ser que ya estemos en una era de cambios acelerados y, aún más importante, que estos terminen siendo dañinos.

En año y medio, el mundo dio un salto grande en el uso de las TIC: clases, trabajos y hasta juicios virtuales. Y no fue por alguna innovación milagrosa, sino porque el público se vio inclinado a usarla y ahora muchos otros procesos cambian no solo por comodidad, sino por costos (económicos y sanitarios). Así podemos entender por qué algunos cambios son inminentes: cuando se descubre el potencial de una alternativa es difícil, y hasta contraproducente, no aprovecharla. Además, con el tiempo, las investigaciones e ingenio potencian los aspectos positivos y reducen los negativos. Varios programas y herramientas digitales pudieron hacer su debut y demostrar dicho potencial en medio de la necesidad, por lo que se popularizaron casi al instante. La influencia de las TIC seguirá creciendo, en especial debido a cierta tecnología con la capacidad para cambiar casi todos los sistemas que conocemos: la inteligencia artificial (IA).

La RAE define IA como “disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico”.Aunque antes se le vinculaba con la robótica (Terminator), los avances más recientes sobre la IA se han enfocado en programas y algoritmos, como en su definición, consiguiendo pequeños avances en diversos sectores (educación, salud, finanzas, etc.). Su relevancia actual es tal que la Unesco propuso diseñar una regulación ética sobre el desarrollo y el despliegue de la IA y la OMS publicó el primer informe mundial sobre IA aplicada a la salud. Con tal de potenciar sus resultados y su desarrollo, la IA atrae cada vez más sectores (como el financiero, burocrático, y ahora educativo) a nuevos sistemas digitalizados para dinamizar sus procesos. Por lo tanto, el éxito de un país se medirá sobre la base de su capacidad para implementar adecuadamente la IA.

Ejemplo muy reciente: “GitHub Copilot” es un asistente de IA de Microsoft para programadores. Funciona parecido a la función de “autocompletar búsqueda” de Google solo que al digitar líneas de código. Aprende del usuario para ser una herramienta de asistencia, no como un reemplazo.

Ahora, hablar de tecnología en Perú es muy complicado. Mientras tuvimos elecciones con mucha actividad en redes, siguen existiendo enormes brechas tecnológicas en el país: el internet se concentra en zonas urbanas, mientras que su uso está inversamente relacionado con la edad y nivel educativo de la población (Flores-Cueto et al., 2020). Pero además de los límites técnicos o de infraestructura sobre el uso de la IA, hay que preguntarse lo siguiente: ¿cómo reaccionará la sociedad a los cambios que traerá? En pandemia algunos aprendieron rápido, pero otros están agobiados o desearían regresar atrás. Dependerá en parte de cuánto se extienda la IA y qué tipos de cambios traigan, pero sin duda exigirán mayores esfuerzos porque serán diversos, sofisticados y casi consecutivos. 

En 50 años cambiaron muchas cosas, en los dos últimos también. ¿Los próximos 10 años?

Pero el peor escenario no sería no saber usar el nuevo Zoom 2.0, sino el desplazamiento laboral. La automatización constante generará una destrucción de empleos sinigual, donde la IA cobrará mayor protagonismo a medida que explote su potencial, y creará las mayores inequidades vistas entre países (Harari, 2020). En Perú, la informalidad será un obstáculo clave que superar para que los futuros trabajadores puedan estar lo suficientemente preparados, ya sea mediante mejoras educativas o incentivos para la especialización.

Lo más grave será que este problema alcanzará incluso a los “preparados”, como ya sucede con muchos profesionales incapaces de competir en el mercado, sea porque sus habilidades no son suficientes o el mercado no tiene un lugar para usarlas. Y así como ahora, en el futuro la mentalidad de las personas será clave: el rechazo por acomodarse a las nuevas corrientes solo terminará acelerando su desplazamiento por empleados más dispuestos o, finalmente, por una nueva IA suficientemente capacitada para actividades operativas (los cajeros son un ejemplo actual). Se desarrollarán nuevos sistemas cada vez más sofisticados y complejos que cada vez menos personas podrán entender; mucho menos competir contra ellos. Negación, ansiedad, impotencia, insignificancia y demás dolores podrían esparcirse en sociedades poco preparadas que tendrán que luchar contra las computadoras por un puesto de trabajo.

“En el pasado los humanos han luchado contra la explotación, en el siglo XXI la verdadera gran lucha será contra la irrelevancia. Y es mucho peor ser irrelevante que explotado”.
-Yuval Harari-

En conclusión, Perú aún debe superar muchos desafíos actuales para lograr afrontar la llegada de las nuevas IA que esconde un espectro amplio que puede generar temores o hasta negación. Pero el escepticismo debe ser superado para reconocer que solo con un trabajo conjunto y multisectorial se podrán evitar terribles consecuencias y, ojalá, gozar solo de los beneficios.

Editado Paolo Pró

Bibliografía:

Flores-Cueto, Juan José, & Hernández, Ronald M., & Garay-Argandoña, Rafael (2020). Tecnologías de información: Acceso a internet y brecha digital en Perú. Revista Venezolana de Gerencia, 25(90),504-527.[fecha de Consulta 2 de Julio de 2021]. ISSN: 1315-9984. Disponible en:   https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=29063559007

García Canclini, N.  (2020).  ¿En qué están pensando los algoritmos?  En Néstor García Canclini-Ciudadanos reemplazados por algoritmos.  (pp.  80-102.).  Wetzlar (República Federal Alemana): Bielefeld University Press.

Yuval Harari (2020). HOW TO SURVIVE THE 21ST CENTURY. Conferencia en el World Economic Forum 2020, Davos, Suiza.