En medio de tantos sucesos políticos, una de las palabras más vociferadas hoy en día es cárcel por si acaso “prisión preventiva”. Con el fin de no pasar por agua tibia actos delictivos (esperemos), esta dichosa medida se está haciendo cada vez más recurrente. Así, como era de esperarse, el temor de aquellos considerados sospechosos viene construyendo un sinfín de defensas, pues parece que no muchos se salvan de esta.

Si bien hacemos frente a una coyuntura en donde reina el conflicto entre justicia e impunidad, ¿acaso la prisión preventiva se está volviendo el mecanismo por excelencia para esta interminable lucha contra la corrupción? ¿Será que esta figura está apaciguando las aguas de indignación y, a su vez, remece nuestra felicidad?

Titulares

Algunos de los titulares de estas semanas. Todos relacionados a la prisión preventiva.

¿Uso o abuso?

En el 2017, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluyó que el uso excesivo y no excepcional de la prisión preventiva era uno de los problemas más graves y extendidos en la región. Particularmente, en Perú, para agosto de 2018, se contaba con 89,166 presos en establecimientos penitenciarios, de los cuales el 39% se encontraba a la espera de una sentencia.

Durante los últimos meses, es muy probable que esta cifra se haya incrementado (con prisiones preventivas cuyas razones son discutibles). Así, mientras unos hablan de persecución política y otros respiran gracias a la comparecencia, todo comenzó a girar en torno a una suerte de “encarcelar para investigar”.

Y el que sigue es

Es necesario probar tres requisitos para dictar prisión preventiva: (i) tener motivos fundados para pensar que se ha cometido un acto delictivo, (ii) que la sanción de dicho acto (de imponerse) sea superior a cuatro años, y (iii) que el acusado pueda eludir la justicia u obstaculizarla de no considerar esta medida.

Para los casos de flagrancia y aquellos con una confesión de por medio, las pruebas respaldarán de manera significativa los argumentos de una prisión preventiva, en especial el punto (i).

Algunos ejemplos:

Si este no es el caso, el elemento crucial que jugará en favor o en contra es el punto (iii). Entonces, a entendimiento del juez, en caso exista peligro de fuga o de obstaculización, la medida cautelar será aplicable. Aquí, el problema recae en la posible falta de imparcialidad y en la presión social, política y mediática.

Recordemos que la prisión preventiva pone en cuestión algo tan valioso, como la libertad de una persona. Por ello, este mecanismo debe ser impuesto respetando el principio de presunción de inocencia y su naturaleza de excepcional. Además, siempre de manera proporcional.

Lo ideal es que se juzgue respetando la verdad y, más allá de las emociones que despiertan nuestros poco prestigiosos políticos, no debemos perder el norte. Ojo, no estoy desestimando la culpabilidad de alguien (en caso lo sea). Si estas personas son declaradas culpables al término de su juicio, deberán cumplir con su sentencia. Sin embargo, no condenemos antes de tiempo.

Hablemos de sentimientos

Ahora que las redes sociales son un buen medio para compartir opiniones, los casos de prisión preventiva no fueron la excepción. Es increíble cómo llueven comentarios de felicidad porque “por fin se hizo justicia”. Aunque me gustaría pensar que este es el único fin que se persigue, somos humanos y como tales contamos con sentimientos.

Captura

En el 2017, felicitaba la prisión preventiva de Humala y Nadine. Pero cuando le tocó a ella, la historia fue otra.

Hay una línea sumamente delgada entre la felicidad (i) generada por vencer la impunidad y aquella (ii) generada por el percance de alguien. Claramente, la segunda se encuentra empapada de rechazo hacia otra persona (Humala y Nadine, Keiko y asesores, Cuellos Blancos, Alan, y la lista sigue). Bueno, este sentimiento tiene un nombre.

“Regodeo”: Placer o satisfacción que se experimenta por algo que resulta perjudicial para otros.

Muchos nos quejamos de una nación divida por tanta antipatía; sin embargo, podríamos estar contribuyendo con esta. Escuchar que se hizo justicia nos hace felices a todos. Pero hay que ser muy cuidadosos y críticos con estas expresiones. No caigamos en la sensación de gozo por el mal ajeno. Además, es importante ser capaces de tomar conciencia y acciones que no nublen el camino del país que queremos. ¿Saben por qué? Porque eso también es humano.

Fuentes: