El neutrón, esa partícula sin carga ni culpa, es comúnmente dejado de lado a la hora de profundizar en el estudio de los componentes de un átomo, solo porque su amigo, el protón, es más interesante. Sin embargo, es usado de varias maneras: como sonda para materiales en condiciones extremas, como un pequeño imán o, en su más famoso uso, como el paso que permite las reacciones nucleares en cadena y, por ende, las bombas nucleares. Este artículo, en cambio, se enfocará en el uso de neutrones en el tratamiento del cáncer. La Terapia por Captura Neutrónica en Boro (TCNB) —todavía en desarrollo—consiste en inyectar a un paciente con un fármaco que contenga boro y luego bombardearlo con un haz de neutrones que destruyan los tumores.

El neutrón del que hablamos es otro, pero esperemos que el cáncer tampoco pueda soportar su estilo.

El neutrón del que hablamos es otro, pero esperemos que el cáncer tampoco pueda soportar su estilo.

Esta terapia viene siendo desarrollada desde 1936, año en el que Gordon Locher, un científico de Pennsylvania, reconoció que los neutrones tenían el potencial de ser usados en la batalla contra el cáncer. Pero no fue sino hasta que William Sweet, profesor de Neurocirugía en Harvard, tomó las riendas en el asunto en los años 50, que los estudios clínicos comenzaron (con resultados poco satisfactorios). Por su parte, el científico japonés Hiroshi Hatanaka aprendió el método al trabajar con Sweet y, tras 25 años trabajando en nuevos compuestos y diferentes niveles de energía en los neutrones, logró demostrar que la técnica funcionaba para curar tumores cerebrales malignos.

 

Lo siento, William Sweet, pero los asiáticos siempre nos superan.

Lo siento, William Sweet, pero los asiáticos siempre nos superan.

Y, ¿cómo funciona este, aparentemente, milagroso tratamiento?

 

Bueno, el fármaco inyectado se acumula en las células tumorales y luego se irradian neutrones epitermales (con más energía que 0.2 eV) en la zona general del tumor. Después de haber bombardeado al paciente con partículas energizadas, el compuesto químico previamente inyectado absorbe a los neutrones y libera partículas altamente cargadas, las cuales dañan los tejidos aledaños, A.K.A. el tumor. Sin embargo, como todo lo que valga la pena en esta vida, existen varias complicaciones a la hora de poner en práctica el procedimiento.

Para empezar, aún no se han hallado compuestos no tóxicos y de rápida expulsión que se acumulen con suficiente concentración en los tumores. Es decir, en la actualidad, los fármacos son más perjudiciales para el paciente que el tumor. Además, de los compuestos conocidos, solo dos han sido usados clínicamente, y los índices de mortalidad y recurrencia están lejos de ser ideales. Por si fuera poco, los estudios en el tema muestran resultados muy variados debido al uso de diferentes niveles de energía para los neutrones y a la medición de distintos aspectos. Así, el avance se da a pequeños pasos.

Con todos esos problemas, pareciera que mejor sería quedarnos con los tratamientos actuales.

Con todos esos problemas, pareciera que mejor sería quedarnos con los tratamientos actuales.

Entonces, ¿qué se necesita para hacer de esta técnica algo viable?

Si bien existen dificultades, cada avance logrado es un gran paso en la batalla contra el cáncer. El constante desarrollo de nuevos compuestos de boro o el uso de gadolinio pueden colaborar con esta investigación. Asimismo, la estandarización del diseño, implementación y reporte de datos de la comunidad TCNB es un paso necesario que logrará enrumbar el estudio de este potencial tratamiento para una de las más terribles enfermedades. Por nuestra parte, universidades y profesionales peruanos podríamos colaborar con la investigación el TCNB utilizando el reactor de “El Huarangal” como una fuente de neutrones.

Actualmente, el TCNB puede ser usado en conjunto con otros métodos, pero la idea final de la terapia es dejar de lado los efectos adversos de la quimio y radioterapia, así como el enorme riesgo de la cirguía cerebral. Es por ello que seguimos avanzando con el tema, por más obstáculos que encontremos en el camino.

 

En resumen, la esperanza es lo que mantiene al desarrollo del TCNB en pie, así como a muchas otras cosas que hoy disfrutamos.

En resumen, la esperanza es lo que mantiene al desarrollo del TCNB en pie, así como ha hecho con muchas otras cosas que hoy disfrutamos.

 

Así que ahí lo tienen. Los poco interesantes amigos del protón pueden servir para tratar la enfermedad que no discrimina. Nos falta poco para estar ahí. Esperemos.

 

Dedicado a Chabela, amiga de la familia. Desgraciadamente esta terapia llegará demasiado tarde.