Las elecciones. Algunos creemos que son para decidir el futuro de nuestro país, distrito o comunidad, y otros que se trata de un mero formalismo para decidir entre algo malo y algo mucho peor:  elegir entre el sida y el cáncer. No obstante, los procesos electorales de los últimos años, sobre todo en Latinoamérica y algunos países (o reinos, si cabe el término) de Europa, nos dejan ver que, detrás de la decisión del votante promedio, se esconden muchos más factores que necesitan aclaración. Estos se concentrarían en la propia subjetividad del votante y cómo este percibe a tal o cual candidato. Echemos un vistazo, entonces, a la importancia de conocer qué es lo que decides cuando emites tu voto.

Naturalmente, es imposible hacer una generalización cuando se trata de la decisión de todo un país; sin embargo, el Political Behavior nos da una buena idea de los factores por los cuales las sociedades, países o ciudades eligen los funcionarios que muchas veces les fallan. Así, tenemos dos aspectos súper importantes que influyen en la elección: la influencia de ciertos sectores de la sociedad y la imagen del candidato en el corto plazo.

Elegir pensando

Elegir pensando

Aquí surge el verdadero problema porque no se estaría eligiendo a la persona que se hará cargo de un país por lo que esta es capaz de hacer, sino por lo que nosotros creemos que es lo mejor. O sea, no sería raro que una región rural latinoamericana escoja a un representante que se apegue a las costumbres de la zona, por sobre el crecimiento de esta… Ojo, esto no tiene que ver con que se respeten las propiedades de una región o sus recursos naturales; más bien, se enfoca en que la decisión de un votante depende mucho de lo que pueda proyectar un candidato; cómo esta proyección podría no ser verdad y, aun así, servir como impulso necesario para ganar una elección.

Ejemplos hay muchos. En primer lugar, tenemos una de las elecciones más frenéticas y divisivas no de los últimos años, sino de la historia, en el país que se erige como la meca democrática. Durante la campaña, un sector de la población parecía gritar que, sin importar lo que diga el candidato republicano conservador, no iban a votar por él aunque se congele el infierno. En segundo lugar, uno de los ejemplos más citados es la reciente salida del Reino Unido de la Unión Europea; existen muchas razones (en serio) por las cuales abordar dicha decisión, que van desde la demografía hasta el manejo de la economía y la hegemonía política. No obstante, aunando todos estos factores, se observa que uno de los principales factores decisivos fue la influencia que tiene un sector considerable de la sociedad (los conservadores) por sobre la población total. Por último, se tiene a las últimas elecciones colombianas, que se acaban de encontrar en un punto muerto tras quedar tan solo con dos candidatos, ambos representantes de corte político diametralmente opuesto. Viéndolo así, no se nos hace difícil creer que es posible que un proceso electoral se guíe por absolutos.

Todo se vale aquí.

Todo se vale aquí.

Entonces, el concepto de Political Behavior nos trata de explicar de qué forma el parecer político de un individuo o sector de la sociedad puede reflejarse y adoptarse en otros o, de ser el caso, en la sociedad por completo. Más allá de la mera interacción entre varios sectores de la población, lo importante es reconocer cómo estas pasiones propias de cada uno (el coraje, como diría el mexicano) influyen al escoger un régimen que puede no ser el mejor, pero que representa tus ideas. Pensemos bien, ¿cuántas veces se ha visto que un funcionario conservador pero ineficiente e ineficaz es elegido por sobre uno liberal, nada más por su alineación ideológica (o viceversa)? O, aun mejor, si usted fuese un ciudadano estadounidense, ¿apostaría por un candidato latino liberal o por uno caucásico de corte libertador? La mera posibilidad de escoger en este último caso nos deja ver cuán fácil es inclinarse por un candidato de cierto corte ideológico, sin necesidad de conocer todo lo que este puede ofrecer o lo que en verdad representa, más allá de la imagen que quiere proyectar.

Este tema es algo de lo que no muchos nos damos cuenta; sin embargo, ha tomado mucha importancia en la política internacional, sobre todo en la latinoamericana. Finalmente, solo queda esperar que estos volubles pensamientos no afecten alguna decisión importante sobre nuestra sociedad. Pensemos antes de votar; tengamos claro lo que de verdad nos importa y recordemos que, por encima de todo, mereceremos los gobernantes que nosotros elegimos.