Hace poco, el papucho Leonardo DiCaprio nos trajo Don’t look up, película en la que un cometa amenaza con impactar la Tierra y destruir a la humanidad. A parte de mostrarnos, a manera de sátira, la indiferencia de los Gobiernos y de los medios de comunicación a la grave crisis ambiental, nos enseña lo frágil que puede ser nuestra civilización frente a la inmensidad del universo. ¿Realmente qué consecuencias ocasionaría un impacto de cometa o asteroide en la Tierra? ¿Tenemos alguna forma de evitarlo? Averigüémoslo.

Los cometas y asteroides son cuerpos celestes de diferentes tamaños que orbitan en el sistema solar, también conocidos como Objetos próximos a la Tierra o «NEOs», por sus siglas en inglés. Los cometas están compuestos por rocas, hielo, CO2 y otros gases. Son como «bolas de nieve» que se van vaporizando con el calor del Sol; por ello, cuando los observamos, vemos una gran cola de polvo y gas. Por otro lado, los asteroides son rocosos y pueden contener metales. La mayoría, cabe destacar, se encuentra orbitando entre Marte y Júpiter en el conocido cinturón de asteroides. 

Imagen1. Cometa (C/2012 S1) ISON, se aprecia su cola de más de 90 mil km. Fuente: NASA

Hollywood se ha encargado de que conozcamos el poder destructivo de estos cuerpos. Sin embargo, olvidan mostrarnos que el verdadero problema son las alteraciones climáticas que ocasionarían. Por ejemplo, hace 66 millones de años, los dinosaurios se extinguieron por la caída de un asteroide de más de 10 km de diámetro que liberó una energía equivalente a 100 teratones de TNT al impactar. Sin embargo, más que por el impacto, su desaparición se debió a la degradación climática que siguió.

Imagen2. Tamaño de dos asteroides que chocaron contra la tierra comparados con el monte Everest de 8.848 metros de altura. Fuente: ABC

Las extinciones, contrario a lo que imaginamos, no son instantáneas como el chasquido de Thanos. De hecho, se producen por muchas razones y algunas pueden durar millones de años. Actualmente, un impacto como el de los dinosaurios causaría una serie de eventos catastróficos. Primero, la superficie terrestre se calentaría cientos de grados Celsius, y cantidades inmensas de rocas y partículas serían expulsadas hacia el espacio y la atmósfera. Ello ocasionaría una lluvia incandescente de meteoros e incendios en bosques y ciudades. Luego, la temperatura global caería en picada durante muchos meses por las inmensas nubes de polvo y partículas que bloquearían el paso de luz solar. Tal situación afectaría la fotosíntesis de las plantas y, por ende, el funcionamiento de los ecosistemas y la productividad. Adicionalmente, la energía liberada del impacto causaría terremotos, tsunamis, deslizamientos. Asimismo, una gran cantidad de CO2 terminaría en la atmósfera lo que, en el futuro, generaría un calentamiento global. Conjuntamente, habría lluvia ácida por los gases liberados, un aire difícil de respirar, muy poca comida, una gran pérdida de infraestructura y de comunicación, pero sobre todo una pérdida terrible de vidas.

Sin embargo, hay buenas noticias. No todos los asteroides miden 10 km de diámetro bueno los cometas sí. La mayoría mide menos de 100 metros, por lo que un choque catastrófico sería muy raro. Sin ir más lejos, diariamente nuestra atmósfera reduce a polvo a miles de asteroides que ingresan a nuestro planeta. Además, en el caso de los cometas y grandes asteroides peligrosos, es posible calcular sus trayectorias y la probabilidad de sus impactos en cientos de años, por lo que la mayoría ya están marcados les han apuntado la placa.

Imagen3. Gráfica que nos indica la frecuencia de impacto de un asteroide. Mientras más grande es, la frecuencia es mucho menor. Eje X: arriba – diámetro del asteroide, abajo – Energía en megatones de TNT. Eje Y: izq – frecuencia de impacto en años, der – intervalo de tiempo de impacto. Líneas punteadas: límite para una catástrofe global. Fuente: NASA

Como dato curioso, los impactos masivos, también, han dado forma a nuestro mundo. Estos son responsables de la formación de la Luna y el origen del agua terrestre, además de alterar la órbita, y la rotación e inclinación de la Tierra.

Las agencias espaciales como la NASA siguen trabajando en identificar y conocer la mayor cantidad de NEOs que podrían representar un potencial peligro para nosotros. Se usan potentes telescopios con detectores sensibles a fotones (partículas de luz) llamados CDD, en donde se toman imágenes de la misma región del cielo para, luego, compararlas y analizarlas si se observa algún NEO avanzando de una imagen a otra. Además, es posible conocer qué tan lejos se encuentra su tamaño y órbita. Se espera, así también, que, para mediados del 2030, se conozcan cerca del 90% de los NEO mayores a 140 metros de diámetro, un tamaño suficientemente pequeño para pasar inadvertido, pero capaz de causar daños locales; y el 100% de los NEO capaces de provocar una destrucción global en la Tierra.

Imagen4. Instalaciones del programa Catalina Sky Survey que busca NEOs con potentes telescopios. Fuente: UofA

Entonces, si se detecta, así como en la película, a un NEO de 10 km de diámetro en dirección de impacto con años de antelación, ¿podríamos hacer algo? Por ahora, no sería posible. Pero se están llevando a cabo esfuerzos para desarrollar un sistema de defensa planetaria. Sí, literalmente se está haciendo ello.

En noviembre del 2021, la NASA junto con la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana lanzó la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) que consistirá en estrellar una nave contra un asteroide y evaluar si pudo desviarlo (deflectar). Este año, en setiembre u octubre, la nave alcanzará al asteroide Dimorphos y, si logra desviar solo un poquito su trayectoria, podremos decir que contamos con una defensa contra asteroides. No necesitamos pulverizar la amenaza, solo desviarla.

Entonces, los cometas y asteroides sí representan un peligro que tarde o temprano llegará, pero, por el momento, estamos seguros y trabajando en ver cómo resolver dicho problema. Aun así, hay que preguntarnos, como reaccionaríamos nosotros si estuviéramos frente a esa situación, cómo reaccionarían las personas que toman decisiones, los medios de comunicación, etc. La historia nos ha enseñado que nos rehusamos a creer en peligros invisibles (y no tan invisibles como el cambio climático) hasta que se encuentran sobre nosotros, momento en el que ya es muy tarde para reaccionar.