Escribo este articulo en un momento critico para nuestra sociedad: la llegada anunciada de un virus que viene azotando nuestra cotidianidad parece tardarse en partir; mientras tanto, nosotros vamos experimentando cambios drásticos en nuestras rutinas todos los días. La dificultad de afrontar este confinamiento desde el hogar parece ponernos a prueba hasta el punto de cuestionarnos sobre cuál es la condición mental de nuestro grupo humano. ¿Existe un impacto psicológico que trae consigo el corona virus? Y sobre todo, ¿Por qué es importante hablar del derecho a la salud mental en estos momentos?

Desde un inicio, los Derechos Humanos surgieron como directrices que nos permitieron orientar nuestra vida en sociedad. Estos han sido plasmados en lo que hoy conocemos como Estado de Derecho a través de los Tratados Internacionales ratificados por el Estado, nuestra Constitución y las leyes vigentes. Sin embargo, su legitimidad no se cimienta en que nuestros instrumentos jurídicos las hayan convertidos en leyes, sino que en ellos, encontramos algo necesario para nuestra subsistencia; de ahí su importancia de que sean la base y epicentro en la toma de decisiones de un país y es precisamente en momentos como el que actualmente vivimos cuando debemos empezar a cuestionarnos si tanto el Estado como nosotros mismos estamos respetando y garantizando el ejercicio de estos derechos, más aún si estos procuran garantizar en nosotros una calidad de vida.

Derecho a la salud mental frente al contexto de aislamiento social

Por muchos años ha existido una estigmatización respecto a la importancia de la conservación de un bienestar mental tanto que incluso se creía que la salud únicamente hacía referencia a la ausencia de malestar físico. Sin embargo, los nuevos panoramas integradores y una ola humanista que planteó la importancia de los derechos sociales nos permitió plasmar lo que hoy conocemos como el derecho a la salud en sus dos ámbitos, tanto físico como mental. Esta vez nos centraremos en el ámbito mental. 

Para empezar podemos entender a la salud mental como aquella condición por la cual las personas gozan de un estado de completo bienestar. Esto significa que la persona conserve una esperanza de vida y no guarde consigo alguna alteración psicológica que lo imposibilite de desarrollar su vida con tranquilidad. Para la CIDH, la naturaleza jurídica de este derecho se encuentra ligado en gran medida a su condición de derecho fundamental en tanto alberga una conexidad con otros derechos fundamentales como el derecho a la vida dado que la desprotección generada al primero (en este caso, el derecho a la salud mental), puede atentar contra la vida de la persona; mientras que, en su condición de derecho prestacional, se entiende que la garantía de este derecho quedará dependiente del desempeño estatal en la prestación de los servicios necesarios para garantizarlo. Por ende, se dice que su realización es progresiva dado que existe una dependencia a las decisiones que tome el Estado para materializar su efectividad.

En los últimos años, nuestro país ha implementado una serie de leyes relacionadas a la prevención, cuidado y tratamiento de la salud mental, sin embargo, crisis como la que vivimos actualmente puede dificultar la garantía de este derecho. Esto se debe a que a pesar de que se haya decretado la inmovilización social obligatoria, la cual recibió una aceptación de más del 95% de la población peruana, no nos deja exentos de un precio en la salud mental de todos los peruanos y las consecuencias pueden ser muy desoladoras más aún cuando ya se decretó una ampliación hasta el 26 de abril. En nuestra sociedad, una persona puede sufrir alteraciones a su desempeño personal de diversas formas, las cuales pueden empezar en síntomas anímicos como estrés, ira o tristeza a causa del cambio de rutinas y la pérdida del control económico. Asi como miedo e incertidumbre por los escenarios que podrían presentarse en nuestro país en los próximos meses los cuales podrían agravarse en transtornos psicológicos.  Por ende, es necesario que el Estado y los ciudadanos empecemos a desarrollar medidas para frenar y prevenir escenarios en los cuales nuestra salud mental sufra las consecuencias. 

Nuevas propuestas a implementar

En la actualidad, nuestro Estado cuenta con la Ley Nro 30947 sobre Salud Mental de la cual dejó algunas ideas en materia de promoción y prevención. Por un lado, es imprescindible que se dé inicio a una promoción del cuidado de la salud mental través de las plataformas estatales como los medios radiales y la televisión. Esto en correspondencia con su condición de derecho prestacional por el cual el Estado tiene la tarea de adoptar políticas continuas y eficaces para que de forma progresiva se logre la plena efectividad en la tutela de este derecho. Esto no solo podrá visibilizar la importancia de este derecho para garantizar su óptimo bienestar en todos nosotros, sino que, de forma descentralizada, nuestra propia ciudadanía empiece a tomar conciencia de la importancia de cuidarla por ella misma. 

De igual forma a nivel de prevención es necesario que la ciudadanía empiece a cultivar hábitos que permitan hacer más llevadera el autoaislamiento. Recordemos que el aislamiento no significa que nuestros planes se hayan estancado más por el contrario es necesario readaptarnos a las circunstancias vigentes y sacar el máximo de provecho de ellas. Practicar alguna rutina de ejercicio, plantearnos logros personales que podamos desarrollar desde casa y sobre todo mantener contacto permanente con aquellas personas que son nuestras redes de apoyo en momentos de tensión o miedo. Finalmente, el Estado tiene la tarea de brindar soporte tanto a aquellas personas que este aislamiento las expone a mayores situaciones de vulnerabilidad a través de la disposición de apoyo profesional y el subsidio suficiente para que estas conserven una calidad de vida digna en esta cuarentena.

Es necesario que en la actualidad el tema de la preservación de la salud mental empiece a tomar protagonismo entre los principales focos de debate dado que la protección y cuidado que podemos otorgarle radica en buena cuenta en el desempeño que ejerzamos nosotros y nuestro gobierno en las próximas semana (o meses).