En estas últimas semanas, se ha cuestionado la decisión del presidente Francisco Sagasti sobre dar permiso a las empresas privadas para que comercialicen las vacunas contra la COVID-19. Hasta el momento, esta propuesta ha sido negada y han surgido diversas posiciones a favor y en contra, que consideran que el Estado no se dará abasto en el proceso de vacunación y resultará siendo ineficiente. A lo que surge la pregunta, ¿es eficiente que el Estado se encargue de la vacunación?

Para empezar, un sistema económico eficiente es el que provee más bienes y servicios a la sociedad utilizando una menor cantidad de sus recursos. En este contexto, el Estado peruano será eficiente si logra vacunar, es decir, proveer la vacuna (bien) y llevar a cabo la vacunación (servicio) a todos los peruanos haciendo uso de la menor cantidad de sus recursos.

Fuente :Ojo.pe

Las personas a favor de que los privados comercialicen las vacunas mencionan que se lograría, en menor tiempo, un mayor alcance la vacunación de las personas. Así mismo, no lo consideran posible por las deficiencias del Estado. La mayoría de peruanos somos conscientes de la deficiencia de recursos del Estado y que lograr un mayor alcance sería conveniente, pero ¿es esto lo más eficiente? Según el portal web Sociedad Española de Cardiología, epidemiológicamente se estima que, con solo vacunar a las personas de más de ochenta años, se reduciría a la mitad la mortalidad de la COVID-19. Es decir, se podría lograr el mismo resultado, utilizando menos recursos, si es que se vacuna estratégicamente para lograr una mayor eficiencia.

Por otro lado, también se menciona la alta demanda de vacunas frente a la poca oferta para adquirirlas. Sin embargo, no es del todo cierto que exista poca oferta. En la plataforma digital del Estado Peruano, se menciona que la cantidad de vacunas compradas a cada laboratorio es de alrededor de 85 millones que irán llegando al país progresivamente. Es decir, considerando que hasta la fecha somos alrededor de 32 millones de peruanos , se han adquirido más del doble de vacunas que se necesitaría por peruano .

Además, según lo declarado por el actual ministro de salud, Óscar Ugarte, no hay impedimento para que las empresas comercialicen las vacunas, según la Ley 31091. Pero, al tratarse de un bien esencial, no se puede cobrar por ello más de lo que hace el Estado. Por lo que, este último, al ofrecer las vacunas gratuitamente, los privados tendrían, también, que comercializarlo de esa manera. Con esta regulación, no existen incentivos económicos por parte de algunas empresas, que, en su mayoría, son clínicas privadas. Sin embargo, existen otras que estarían dispuestas a comprar las vacunas para sus trabajadores. El costo de oportunidad de ello es dejar de lado los costos implícitos generados por la pandemia como, por ejemplo, la compra de pruebas rápidas o moleculares, el no poder operar al máximo, etc. Si las empresas pudieran, en un menor tiempo, operar al máximo con una mayor cantidad de trabajadores, aumentaría su producción y obtendrían mayores beneficios comparados al gasto por la compra de vacunas .

Por último, el Perú es uno de los países con un mayor plan de vacunaciones por enfermedades diversas, lo que lo lleva a tener una larga experiencia en inmunizaciones. Existe un concepto microeconómico que puede ser aplicado en este contexto, la curva de aprendizaje.

La curva de aprendizaje de una empresa es el proceso en el que la organización va adquiriendo experiencia y conocimiento, el cual le permite conseguir mejores resultados con un menor costo y esfuerzo. Debido a la experiencia del Perú en el tema de inmunizaciones, puede resultar una ventaja para que sea más eficiente en el proceso de vacunación.

En conclusión, si bien el Estado peruano puede tener deficiencias de alcance hacia la población en el proceso de vacunación, puede que no necesariamente signifique que el proceso no resulte exitoso o sea completamente ineficiente. Por un lado, la eficiencia del proceso dependerá de qué se haga estratégicamente, como vacunar primero de la población más vulnerable a la COVID-19. Hasta ahora, se conoce que la vacunación se hará por fases, en donde una de las prioridades serán los adultos mayores como población vulnerable. Por otro lado, la demanda total podrá ser cubierta por la gran cantidad de vacunas que se han adquirido. Además, el interés de algunas empresas por vacunar a sus trabajadores puede ayudar que el proceso de vacunación sea más eficiente. Por último, la larga experiencia en inmunizaciones puede permitir resultados más eficientes. Es decir, existen varios factores que pueden indicar que el proceso de vacunación sea eficiente; sin embargo, puede que, en el camino, surjan dificultades de cualquier índole como la corrupción, por ejemplo. Cabe resaltar que puede existir otras ideas que contrasten las propuestas en este artículo #Ideaparaotroartículo. Más allá de las decisiones futuras que tomen las autoridades, esperemos que este proceso de vacunación resulte exitoso por el bien de todos los peruanos #Noperdamoslafe.

Edición: Claudia Barraza