¿Vale la pena vivir? ¿Dios existe? ¿Vivimos para sufrir? Estas son algunas de las cuestiones existenciales que se generan durante el diálogo entre un ex presidiario afrodescendiente muy creyente y un blanco profesor universitario que buscaba quitarse la vida en las vías del tren llamado The Sunset Limited (Al límite del atardecer).

El debate ideológico que se comienza a generar en la película The Sunset Limited (2011) se sedimenta en un principio básico del hombre que fue abordado por grandes filósofos como Platón y Aristóteles: El asombro. Según Jeannet Quintana (2017), egresada de la escuela de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México, sugiere que “El asombro surge en el alma (la cual es considerada como el principio activo en el hombre) de forma involuntaria, siendo un estado que esta experimenta ante la percepción de lo existente” (p. 2). En otros términos, las cuestiones que se verán en esta producción audiovisual es producto de asombros que se presentan en la vida, de pensamientos originados en un estado no pasivo en donde surge la pregunta que desencadena toda la trama: ¿Por qué?

Pero, no es la primera vez que se hacen estos cuestionamientos. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1986), máximo representante del pesimismo filosófico, afirma en su libro El mundo como voluntad y representación que “Lejos de ser una negación de la voluntad, el suicidio es un fenómeno de la más fuerte afirmación de la voluntad. Pues la esencia de la negación es que no se detesta el sufrimiento, sino los goces de la vida” (p. 541). Es decir, que el acto de suicidarse no niega las ganas de vivir, sino que representa el rechazo a las circunstancias de la vida que no permitieron el disfrute que uno esperaba de la vida.

De igual manera, la filósofa Sandra Baquedano (2007) explica que “Un dolor que se torna intolerable, un sufrimiento que se vivencia como lo absoluto, no puede dejar de generar una necesidad imperiosa de descanso o alivio” (p. 2). De esta forma nace lo que ella llama “avidez vital de la nada” que no es más que la codicia de dejar el sufrimiento que son generadas por las circunstancias de una vida que no nos permite gozar de los placeres de la vida.

Por el contrario, no es la única cuestión que se genera dentro de este diálogo filosófico el ex presidiario afrodescendiente y el profesor universitario blanco. También se debate el concepto de felicidad que el ex presidiario expresa de la siguiente manera: “El punto es profesor, que si no tiene dolor en su vida cómo sabría cuándo está feliz”. Esto engancha adecuadamente con lo que Alejandro Dumas, escritor del libro “El Conde de Montecristo”, dice en la  siguiente frase: “No hay felicidad o infelicidad en este mundo; solo hay comparación de un estado con otro. Solo un hombre que ha sentido la máxima desesperación es capaz de sentir la máxima felicidad. Es necesario haber deseado morir para saber lo bueno que es vivir”. Es decir, que no podemos realmente saber cuándo estamos felices o sentir la verdadera felicidad sin antes haber sentido la carencia de esta.


Escena final de la película Al borde del atardecer, 2011. Fuente: Aula de Filosofía

En la última escena de esta cautivadora cinta cinematográfica, el mensaje transmitido al público es profundo y conmovedor: nuestras cuestiones existenciales y las preguntas que nos formulamos tienen una validez intrínseca y no deben menospreciarse. Nos recuerda que, como seres humanos inquisitivos, siempre estamos en busca de respuestas, y lo hacemos a través de la razón, el sufrimiento, la desesperación y, en última instancia, la fe.

Escena donde se cuestiona la existencia de Dios. Fuente: Un solo clic

Adicionalmente, el debate entre estos dos personajes, totalmente opuestos, sale un vencedor: el profesor universitario, blanco, que simboliza la lucidez, el dolor de pensar y de prestar atención a las inconsistencias de la vida. Termina derrotado el ex presidiario que al final no se rindió, pero que sí dudó. Y tú ¿Qué esperas para dudar?

Editado por Anel Ochoa