Me parece extraño perder a una persona que querías mucho. Usualmente observamos en los medios audiovisuales que estas decisiones de alejamiento son, o aparentan ser, “importantísimas” (que marcarán el resto de nuestras vidas) cuando realmente, en muchas ocasiones, estas se dan por nimiedades y tonterías del par. Estas las hacen, incluso, más dolorosas: perder amistades por causas vacuas. Es como si en cualquier momento pudiese ocurrir. Y, cuando ocurren, andas por unos días desorientado, y se te vienen numerosos recuerdos. Lo más cruel, gracioso e hilarantemente cruel, es que también aparecen en tus memorias los buenos momentos. Este proceso de luto se hace mucho más doloroso gracias a nuestra conciencia traicionera.

Ha transcurrido ya muchos años desde que Eternal Sunshine of the Spotless Mind fue estrenada alrededor del mundo. En un universo de filmes donde el amor está idealizado, esta película resulta ser una anomalía. Resulta fresca en su guion, cuyo concepto más importante es el poder borrar los recuerdos de una persona. No narra el florecimiento de una relación, sino el desgaste y la decadencia de una, a través de las memorias de Joel (Jim Carrey). Él es un hombre introvertido, cabizbajo, algunas veces sombrío e inseguro de sí mismo. Admite la dificultad que tiene para entablar una conversación con una nueva persona y se enamora de cualquier chica que le preste un mínimo de atención. Clementine (Kate Winslet), por el contrario, es una chica que, en una primera impresión, está llena de vida. Voluble en muchos sentidos, promete llevarte a un mundo donde todo se encuentra mejor. El color inusual de su cabello resalta entre las cabezas de los demás. Ambos son opuestos y, sin embargo, terminan formando una relación.



Después de una discusión, Clementine recurrirá a borrar todos los recuerdos relacionados a Joel. Este último, al enterarse de esto, tomará la misma decisión con su novia. Ambos actúan de forma impulsiva e infantil, sin pensar en las consecuencias que traerían sus actos. No sabemos cómo actuó ella, pero él –durante el transcurso del procedimiento– se va arrepintiendo. El proceso de borrado es lento. De adelante para atrás, de la más reciente a la más antigua, de la última vez que se vieron hasta la primera vez. Primero observamos lo destruida y malgastada que se encuentra su relación. Se puede notar un ambiente tenso, como si ambos, después de muchos años, ya no se soportaran más. Sin embargo, después de esto pasamos a recuerdos más amenos, donde lo primero que importaba era empalagarse de amor antes que discutir sobre quién dejó los cabellos atorados en la ducha. Joel no se dio cuenta que, además de los malos recuerdos, también borrarían los buenos.

Borrar los malos recuerdos puede sonar una buena idea. Acabarías con el dolor que sientes al rememorar los momentos con esa persona y volverías a empezar todo de nuevo con alguien más. No obstante, estás dejando de lado lo necesarios e importantes que son, lo mucho que nos ayudan a aprender de los errores y el impulso que nos da para formar quiénes queremos ser. Estarías escapando de la realidad: no siempre pasarás por buenos momentos. Hay que enfrentarlos, sin importar lo doloroso que sean.

Distanciarse es como perder un pequeño trozo de tu alma. Quedarse implica vivir con la incertidumbre de lastimar y ser lastimado en algún momento. Al final de la película, incluso cuando ambos se dan cuenta que permanecer juntos posiblemente conlleve a dañarse mutuamente, ellos están dispuestos a tomar ese riesgo. Suena triste, pero, por el contrario, la felicidad y los sentimientos que ambos experimentaron son muchos más fuertes que los malos momentos que pasaron. Es un gesto honesto, romántico y muchísimo más poderoso que el idílico final donde ambos son felices para siempre.



Eternal Sunshine of the Spotless Mind desea decirnos cuán importantes son nuestros recuerdos. No es una historia dulce, sino real (aun de sus distintos ápices de ficción en su trama). A pesar de su enfoque romántico, las ideas de la película pueden abarcar un poco más: amistades y –en general– vínculos con las personas. Vivimos en una sociedad donde constantemente conocemos y entablamos relaciones con amigos, familiares, conocidos. Muchas veces no nos importan. Toma tiempo agarrar afecto y confianza hacia una persona, y, cuando se logra, duele aún más cuando nos despegamos de ella. Aceptemos nuestros errores. Todos tenemos que aprender alguna vez.

Editado por: Kelly Pérez.