El arte está en todos lados. Por alguna razón, a lo largo de mi vida he escuchado a muchos relacionar estrictamente el concepto “arte” con cosas como un cuadro de Picasso, una escultura de Michelangelo, o una obra de Shakespeare. No solo eso, sino que para “apreciarlo” se debe tener un sinfín de antecedentes académicos, ser un fan declarado de museos o ser “artístico” (lo que sea que signifique eso). Lógicamente, se aprecia de mejor manera a lo que sea si uno le presta la debida atención y hace un esfuerzo por comprender al emisor (en este caso autor), pero la verdad, estimado lector, es que probablemente ya te hayas encontrado con arte en el día a día. Y hasta lo has apreciado. Cuando cantas esa canción que te pone de mejor humor en el tráfico infernal de esta ciudad, cuando te tomas el tiempo de ver fotografías o videos profesionales, cuando lees tu libro favorito, y hasta cuando abres el periódico. O bueno, en todo caso cuando entras a la versión web/Facebook/Twitter del periódico. No, no estoy refiriéndome a columnas de opinión o crónicas dominicales, sino a una pequeña imagen que siempre termina llamando la atención de todos: la caricatura política. Y vaya que tenemos material político para explotar en este país.

Satírica, astuta, amena. Así es la caricatura política. Este dibujo, si bien es un pequeño pedazo de papel de pocos centímetros cuadrados, puede convertirse en una puñalada a una figura pública, y hasta representar el significado de la mismísima democracia. Porque sí, tener la potestad de mostrar a aquellos poderosos en una representación cuasi “grotesca”, criticándolos fuertemente (aún usando el mínimo de palabras), significa libertad de expresión. Estas caricaturas no quedan limitadas a periódicos físicos, sino pasan a redes sociales, y se hacen virales según su precisión coyuntural y astucia didáctica.

Las caricaturas no muestran a la figura pública como alguien atractivo/a, sin importar si lo es en la vida real o no. Curiosamente, es por eso mismo que causa un interés especial en todos nosotros: la fealdad nos llama la atención. Mencionaré brevemente al gran Umberto Eco y su libro “Historia de la Fealdad” (qué pretenciosa). En esa obra el autor italiano dice que como humanos tenemos un interés especial por lo “feo”, porque lo hermoso ya nos es predecible y obvio. Hasta puede aburrirnos. Bajo esta lógica, hemos tenido un año bien interesante.

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Fuente: El Comercio. Ilustración: Andrés Edery

El 2018 ha sido una montaña rusa para aquellos que gobernaban nuestro país. Ver la renuncia en vivo de PPK, escuchar los infames audios del CNM, presenciar la apertura de la Botica y esperar el anuncio el encarcelamiento preventivo de Keiko (la previa más larga de la vida, hasta el fiscal José Domingo Pérez estaba afónico), etc. Todos estos sucesos volvieron a los ciudadanos peruanos espectadores de la mera telenovela, digna de material de serie original de Netflix. A todo esto, no olvidemos que también estuvimos a la espera que Uruguay no le de asilo político a cierto ex presidente que, nos ha pedido muy encarecidamente que demostremos, que demostremos todo, pues (imbéciles).  Todas estas figuras no solo no escaparán de la justicia, sino tampoco de las caricaturas. Y tú, que aún me lees, no escaparás del arte.

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 Se utilizaron ilustraciones de Andrés Edery para El Comercio en todas las caricaturas adjuntadas de este artículo, incluyendo la imagen destacada.