El pasado 31 de julio sucedió un hecho que pronto se viralizó en redes: la golpiza que recibió el denominado “ladrón de la combi” en México. Esto resultaría peculiar si no fuera el común denominador de muchos países latinoamericanos. Generalmente, las víctimas se quedan con las ganas de partirle su mandarina en gajos castigar al agresor.

Esta clase de situaciones (robos, violaciones, injusticias) producen en nosotros cierto deseo de venganza contra el individuo o grupo que hace o hizo algo en contra de nosotros. En ese sentido, ¿qué nos dice la psicología sobre este deseo? ¿Hasta qué punto es aceptable llevarla a cabo? ¿Los beneficios son mayores a los costos? ¿Al final, es bueno o malo vengarse?

Lo que nos dicen

Una de las ideas más extendidas respecto a la venganza es aquella que la plantea como catarsis emocional, donde desahogar la agresión nos hace sentir mejor. Según un estudio realizado en 2008 por Kevin Carlsmith, psicólogo de la Universidad de Colgate, esto es falso. En su prueba del free rider, Carlsmith concluye que la gente cree erróneamente que la venganza los hará sentir mejor y los ayudará a cerrar el ciclo, cuando en realidad los castigadores rumian1 sobre sus actos y se sienten peor que aquellos que no pueden vengar un mal.

“Una de las cosas que hacen los vengadores sin querer es prolongar el encuentro desagradable”, dice Carlsmith. “Aquellos que no tienen la oportunidad de vengarse se ven obligados […] a seguir adelante y concentrarse en algo diferente. Y se sienten más felices”.

Sin embargo, el psicólogo alemán Mario Gollwitzer, en su experimento con tickets de lotería, ha encontrado que, para algunas personas, la venganza sí puede sentirse bien. Pero, ¿que algo se sienta bien significa que está moralmente bien? ¿qué hay del alcohol, las drogas u otras adicciones?

Por otro lado, la venganza puede tomarse como una rectificación de injusticias, pero la definición de justicia no es la misma para todos. Así, según la psicóloga Arlene Stillwell, cuando las personas se vengan, creen que se ha restaurado la equidad, pero en muchos casos, el agredido percibirá las consecuencias como excesivas.

Asimismo, la venganza puede considerarse como un instinto básico arraigado en el comportamiento del hombre, lo cual, en una sociedad primitiva, pudo haber sido necesaria para la supervivencia; pero ello solo es entendible en una sociedad sin ley.

Con relación a ello, el reconocido psicólogo y profesor Steven Pinker nos señala el concepto de la cultura del honor, donde el estatus se basa en la capacidad de responder a insultos o amenazas, en otras palabras, la capacidad de vengarse; y la cultura de la dignidad, donde el estatus proviene de la madurez y el autocontrol. La primera de ellas desemboca en una espiral de violencia como se ve en los casos de los vaqueros del Viejo Oeste o el submundo criminal, mientras que la segunda explica el declive de la violencia en nuestros días en comparación con los niveles de esta en el mundo premoderno.

¿Alguien dijo honor?

Lo que vivimos

La defensa y ataque de varios pasajeros contra “el ladrón de la combi” tiene mucho que ver con las paradojas que vivimos en la sociedad. Es comprensible que haya ciudadanos hartos quienes hacen justicia por propia mano, y es también entendible que haya una reacción colectiva de apoyo a estos ciudadanos. Pero una cosa es entender un fenómeno y otra es justificarlo o pensar que es algo positivo.

La carencia casi absoluta de justicia nos lleva a sentir ese deseo de venganza y nos mueve a sentir gusto cuando ocurren hechos de justicia salvaje. Esto nos mete en una dinámica de aberración cada vez más radical de nuestra cultura, lo cual nos induce a actuar incluso sin saber realmente si la otra persona es culpable o no. Esta inconciencia lleva a desenlaces fatales para ambas partes como el caso de ciertos linchamientos.

¿Qué pasa cuando se tiene una sociedad con leyes, pero no hay una autoridad que la haga respetar? Correcto, volvemos a la cultura del honor. Como señala Pinker, las sociedades con un Estado de derecho débil son propensas a desarrollar más fácilmente esta cultura. Por esa razón, resulta clave que haya un Gobierno efectivo que responda a las necesidades de la población, y que haga presencia en forma de policías y fuerzas armadas bien entrenadas y pagadas. Asimismo, se requiere un sistema de justicia que la gente perciba como honesto. Ahora bien, el pasar de una cultura del honor a una de la dignidad no es solo tarea del Gobierno, sino de todos.

En camino a una Neo Fuenteovejuna (?)

El proceso de civilización es uno en el cual la principal virtud no es la retaliación, sino en que las principales virtudes son el autocontrol, y la dignidad de ser lo suficientemente fuerte para alejarse de la disputa y controlar los impulsos. Así, aunque la venganza pueda parecer dulce, ¿puede haber alguna venganza “buena”?

1. La rumiación del pensamiento es el fenómeno psicológico que aparece cuando nuestro foco de atención se queda “enganchado” en un elemento real o imaginario que nos produce estrés y malestar.

Edición: Paolo Pró

Referencias:

Carlsmith, K., Wilson, T., Gilbert, D. (2008). The Paradoxical Consequences of Revenge, Journal of Personality and Social Psychology. Recuperado de: http://www.people.virginia.edu/~tdw/carlsmith.wilson.gilbert.jpsp.2008.pdf

Gollwitzer, M., Denzler, M. (2009). What Makes Revenge Satisfactory: Seeing the Offender Suffer or Delivering a Message?, Journal of Experimental Social Psychology. Recuperado de: https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-00677624/document

Pinker, S. (2011).  The Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined. New York: Viking.

Smink, V., La conmoción en Argentina por el linchamiento del padre de un joven falsamente acusado de violación, BBC News (2019). Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47754925