El pasado 08 de mayo fue aprobada en primera votación la futura ley del cine. Sin embargo, como dice el dicho, “no hay primera sin segunda” y aún no todo está escrito. Por eso y para que no te pierdas ningún detalle, VA te trae todo lo que necesitas saber sobre la próximamente derogada ley y qué pretende implementar la nueva.

  1. La nueva, la nueva y la ex

Aunque no lo creas, ya existía una ley de cine. La Ley de la Cinematografía Peruana (26370) fue aprobada por el gobierno de Fujimori hace 25 años. Entonces, ¿qué se está debatiendo ahora? Se discute la Ley de Promoción de la Actividad Cinematográfica y Audiovisual, la cual fue presentada por el congresista Francesco Petrozzi y reemplazaría la ley vigente.MV5BYzUzYzJiYTEtZDUwYy00YmM3LWE3MWEtOTg5MzAyNjRhN2E3XkEyXkFqcGdeQXVyNzkyOTY0Njg@._V1_

Con esta nueva propuesta se ampliaría la asignación de fondos de ayuda –recursos económicos- a productos audiovisuales de 2000, como está estipulado en la ley vigente, a 6000 UIT (más de 25 millones de soles). De estos, al menos el 40% ojalá fuera más del fondo estaría dirigido al fomento de las producciones regionales. Asimismo, ofrecería beneficios tributarios para las empresas y personas naturales que apuesten por el cine nacional, permitiéndoles deducir hasta 10% de su declaración anual de renta. Finalmente, le da un papel importante al Instituto Nacional de Radio y Televisión para promocionar y coproducir obras cinematográficas y audiovisuales, acercándonos por primera vez en este ámbito a países  como Chile, Colombia, México, Brasil y Argentina.

  1. El patrimonio ataca de nuevo

La congresista Rosa Bartra durante el debate de esta ley expresó: “Son 33 millones del Estado, de Cultura, que deberían ir a proteger nuestro patrimonio cultural que se está cayendo en pedazos y que sí generaría esa industria que atraería el turismo y millones y desarrollo a nuestras regiones, para privilegiar a un grupito que entre ellos deciden a quiénes se financia y a quiénes va el dinero”.

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El debate eterno del sector cultural peruano ha girado alrededor del patrimonio. Es innegable que en un país como el Perú el valor social e histórico que tiene nuestro patrimonio tangible e intangible es sumamente importante y su preservación debe ser cuidadosamente gestionada. Sin embargo, ya es hora (en realidad desde hace bastante tiempo) de que entendamos que la cultura no abarca solamente los restos arqueológicos o una fiesta patronal. El sector cultural está también construido por las artes escénicas, las artes plásticas, la música, el cine, la literatura, etc. Incluso, el cine puede ser el medio para exponerle al mundo nuestras tradiciones, festividades y la mística que se esconde en nuestras tierras y paisajes. En suma, de preservar nuestra cultura, pero de una manera distinta. Comentarios como el de la congresista no solo muestran desconocimiento sobre la importancia de todas las manifestaciones artísticas; sino que además invisibiliza a quienes dedican su vida para la elaboración de las mismas. Esperemos que este comentario sea producto del rezago de una concepción antigua y que no refleje el pensamiento de una sociedad.

  1. Los amigos del premier y la verdadera apuesta

Otra participativa congresista fue Karina Beteta, quien señaló que la ley favorecería a un pequeño sector y que incluso también respondería a un conflicto de intereses por parte del premier Salvador del Solar. Sí, nuestro primer ministro es actor, director de cine y en su declaración de intereses consignó ser socio de una productora cinematográfica. Ahora, ¿por eso vamos a dejar de promover el desarrollo de un sector laboral de nuestro país?

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¿Por qué centrarnos en los argumentos en contra de la apuesta estatal? El cine es un mercado rentable porque puede ser producido y distribuido masivamente al tener un costo marginal muy pequeño, a diferencia de otras artes. Los beneficios de la industria cinematográfica han sido generados durante años por empresas privadas. Como ha mencionado Mercedes Aráoz en una entrevista recogida por El Comercio al respecto, en nuestra constitución hay un artículo económico que promueve el desarrollo de la empresa privada. En esta línea, el sector cinematográfico no tendría por qué ser la excepción. Aráoz señala que el apoyo al desarrollo de este sector en otros países tiene “externalidades positivas, beneficios conexos que se generan, aparte de lo que es pago de impuestos, licencias, contrataciones de personas”. Entonces, no se debe ver esto como un gasto que el Estado va a realizar, sino como una inversión en un sector que lo requiere.

  1. Mucho gasto y otras prioridades

Si tuviera que poner en un lado de la balanza atajar los feminicidios y en el otro, el fomento de la producción cinematográfica, sin lugar a dudas la primera alternativa pesaría más. Sin embargo, eso no es lo que se debate. No por brindarle este subsidio al sector cinematográfico se tiene que dejar de lado la lucha contra la violencia, la inseguridad ciudadana, la reducción de la pobreza o de la anemia. Todas estas son problemáticas que son tratadas por instituciones autónomas y con jurisdicciones distintas a las que serían responsables del cumplimiento de esta ley.

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Guillermo Cabieses en una columna elaborada para El Comercio ha señalado que “una vez que se da financiamiento gratuito, se generan incentivos para que las personas tomen riesgos cuyo beneficio esperado no superará sus costos actuales, sencillamente porque no serán esas personas las que asumirán los costos. Si queremos asegurarnos de mejorar el nivel del cine peruano, no hay nada como dejarlo en manos de quienes estén dispuestos a tomar riesgos para hacer una buena película arriesgando su dinero, no el nuestro”.

Según Lluís Bonet, una de las características de la producción cultural es su alto nivel de riesgo porque se da lo que conocemos como costos enterrados, costos que significan una pérdida irreversible para quienes han invertido en su producción. Si yo hago una película y nadie va a verla, lo más probable es que todo lo que he puesto en su realización se vaya al tacho. Esto está ligado a la heterogénea percepción de la demanda del sector cultural: tú realmente no puedes estar seguro si es que tu producto va a gustar o no y, en caso esto último pase, la influencia del “boca a boca” no va a permitir que las personas vayan (aun así regales la entrada). Es esta condición a la cual hace referencia Cabieses en su columna la razón por la cual el Estado debería apoyar al desarrollo de las producciones culturales. A diferencia del columnista, yo prefiero que más personas puedan tomar ese riesgo de crear proyectos distintos y no creo que esta capacidad deba ser restringida a la mínima cantidad de personas que tienen el dinero para hacerlo; sino más bien, se debería cubrir cierto riesgo para que más proyectos sean llevados a cabo.

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Esta ley no es perfecta. Sería distinto tener un fondo independiente para el cine y otras artes que no dependa del presupuesto público de cada año fiscal. Probablemente veamos más product placement* en los proyectos y eso no nos asegura una buena calidad de exhibición; pero es un avance significativo para el desarrollo de las producciones peruanas. No voy a decir que es suficiente, primero porque no toca el tema de la distribución dentro del circuito cinematográfico y, segundo, porque no podemos ignorar a todos los demás sectores culturales que no tienen ni siquiera un proyecto de ley en el mapa. Aun así es una mejora que, esperemos, se llegue a concretar.

Las imágenes que han sido utilizadas en este artículo son parte de la difusión de algunos de los largometrajes nacionales que han sido ganadores de los estímulos económicos del Ministerio de Cultura

*Product placement: técnica que consiste en hacer menciones y/o mostrar productos en proyectos audiovisuales para que en vez de lucir como publicidad parezca que son parte de la historia.

Documentos de consulta:

Editado por: Daniela Cáceres