Siempre me ha gustado tener un espacio para escribir, pero hoy no tengo ganas de nada.

No tengo ganas de explicar por qué soy feminista, de hacerte entender que no quiero ser superior, y de escucharte decir que por qué no me quejo cuando me regalan trago. Guárdatelo.

No tengo más fuerzas para defenderme ante un país que cobija violadores, que se acurruca con ellos. Los protege y los libera por más denuncias y pruebas que existan, y que luego se indigna cuando lo hacen hashtag. Ya ni si quiera finjo sorpresa. Me da vergüenza ser peruana más veces de las que podría publicar sin que en los comentarios de este post me insulten o me exijan que mejor me vaya del país… porque así somos los peruanos.

Me jode desinstalar Uber, Beat y no sé cuantas más, porque entiendo que ello implica renunciar a mi libertad. Pero más, aún más me jode saber que no tengo de otra, porque pedir un taxi equivale a arriesgarme a que un extraño me tome y me destruya la vida, así, como si nada.

No quiero darle me enoja o me entristece a nada. Ni bajarle las estrellitas al aplicativo, ni etiquetar al Ministerio de la Mujer, ni a la PNP, ni a ninguna de esas instituciones que se van acumulando en negrita en los comentarios, de los que jamás he percibido efectividad o la mínima determinación para ejercer la justicia. No significan nada.

No puedo más con tantas desapariciones, muertes y violaciones en mi inicio de Facebook. He visto suficiente como para no querer enamorarme, ni rechazar a alguien que no me gusta, ni tomar un taxi, usar transporte público, caminar por la calle, o incluso, quedarme en casa; aunque tengo que admitir que todos los días agradezco no ser yo quien está detrás de la publicación. Me agobia saber que la vida de tantas mujeres se expone en las redes a modo de auxilio y que desaparezca, como cualquier cosa, en tan solo un par de días.

Ni si quiera me da ganas de disculparme por el poco aprendizaje adquirido en este artículo. Hubiera sido bueno, como muchas otras cosas, que fuese distinto, tal vez algo más graciosin… pero no quise.

Porque de eso se trata la vida… pura decisión:

O violas o no violas.

O quemas o no quemas.

O matas o no matas.

Hoy no tengo ganas de nada porque me las quitaron todas. Me arrebataron la esperanza, los ánimos para salir, para viajar, para ir a una fiesta e incluso, a la universidad. En este preciso momento, solo soy miedo. Mientras las tres líneas de arriba signifiquen opciones, nuestra sociedad está perdida.

Así que hoy respiraré hondo y dejaré que mi silencio abrace a María Claudia, Eyvi, Mar y cada mujer que ha sufrido los “daños colaterales” de un sistema podrido; porque mañana… mañana seguiremos luchando.