Estos son tiempos difíciles para el Perú, afirmar lo contrario sería un sinsentido. Hemos visto como la democracia en la que hemos vivido estos últimos 20 años (más o menos) ha peligrado y la crisis política ha tocado fondo cortesía del Congreso. Este contexto me lleva a tratar el siguiente tema.

En estos días he podido ver múltiples argumentos en contra de las protestas, los cuales considero que se podrían resolver tras revisar uno o dos casos de protestas a nivel internacional. Veamos tales argumentos y demostremos su falsedad considerando lo que está en juego.

  • Las marchas son auspiciadas por movimientos radicales. Año tras año, hemos visto como los jóvenes se han involucrado cada vez más en temas políticos y sociales. Coordinan por las redes, brindan recomendaciones para sobrellevar los embates del gas lacrimógeno y, sobre todo, velan por el bienestar del otro. Esto no es obra de un partido extremista que ha implantado ideas en nuestra sociedad. Hoy en día, las protestas son de los estudiantes, la Gen-Z, tiktokers, instragamers, y más. Basta con observar las protestas de los jóvenes en Hong Kong en el 2019 y 2020 a favor de la autonomía o el secuestro de hashtag nocivo #WhiteLivesMatter por parte de las k-popers como rechazo al racismo en Estados Unidos #RIPMalditaTernura.
Foto: Voz de América
  • No se pueden conseguir cambios con manifestaciones violentas. La violencia en todas sus formas es una falta al bienestar de nuestros compatriotas, ya sea a un estudiante que llegó a las marchas con el ánimo de sacar la cara por su país, o a un joven policía que tuvo que reprimir a sus compatriotas por órdenes de sus superiores. A pesar de ello, pareciese que el “gobierno” de Manuel Merino buscó la primera señal para explotar la represión violencia contra los manifestantes con la mayor vehemencia posible, y si nos ponemos a pensar, esto no solo se ve aquí.

    Podemos encontrar las mismas prácticas de amedrentamiento en movimientos civiles que cambiaron el destino de la nación en que se dieron. Este es el caso de las protestas de la Plaza de Tiananmén-China en 1989, contra la corrupción y represión del gobierno chino en ese entonces. Estas protestas, terminaron en una serie de actos violentos por parte del gobierno que dejó, como saldo, 10,000 muertos. También es el caso de la misma Revolución Francesa que todos hemos estudiado en la escuela, cuya causa fue la mala gestión de la monarquía francesa. Pregúntenles a los historiadores si la violencia no remeció las bases en las que se fundaba un país.
Revolución Francesa. Imagen: El Heraldo de San Luis Potosí.
  • “Solo 4 gatos marchan”. De plano no es verdad, nunca lo ha sido y, sobre todo, no es un punto válido para desacreditar un movimiento. Hoy vemos personas de todas las edades, género, creencias, y estratos sociales marchando en el Perú y en distintos países sumergidos en crisis de distintos ámbitos. Solo veamos las fotos de la marcha del 12 de noviembre en Perú, no son solo 250 personas como dirían algunos cof cof Antero, somos miles y miles. Así como la histórica marcha del millón en Chile ocurrida en el 2019, en respuesta a la desigualdad social y falta de reformas para combatirla. De forma similar, en  Washington-Estados Unidos,  miles protestaron contra el racismo y la violencia policial tras la muerte del afroamericano George Floyd a manos de 4 policías.
La marcha del millón. Foto: Meganoticias, Chile.
  • El ya conocido “lo hicieron por ser Vizcarralovers”. Es de generaciones pasadas creer que las cosas son o blancas o negras, que uno está con Soros o con Sendero. Esto nunca ha sido así, ni siquiera cuando las generaciones pasadas salían a marchar. Hoy podemos saber que las marchas del 12 y 14 de noviembre no se dieron porque sacaron a Vizcarra (ni el mismo Vizcarra lo afirma), sino que se dio por el deseo de resguardar el futuro de la educación, la justicia, la economía y los derechos fundamentales de las generaciones futuras. Veamos más allá de estas fachadas y reconozcamos quiénes son los que nos venden ciertas verdades como propias.
Manifestaciones en Venezuela (2017).

Hay muchísimos casos más a nivel internacional que podemos citar para desmentir los argumentos en contra de las protestas. Sin embargo, esto queda en manos de todos nosotros. Tenemos no solo que estar vigilantes, sino también prestar el apoyo necesario a quien pueda necesitarlo.  Asimismo, debemos tomar en cuenta que el Gobierno no es ni nunca fue una figura mesiánica a la cual le debemos una indiscutible obediencia. Todos podemos alzar nuestra voz de protesta, desde el lugar más alejado del Perú hasta el otro lado del mundo.

Edición: María Fernanda Tumbalobos